Opinión

Ucrania necesita armas y compromisos

El virulento ataque del ejército ruso sobre Ucrania realizado el viernes, con la utilización de centenar y medio de drones y misiles de todo tipo, que han alcanzado  infraestructuras energéticas y zonas residenciales, ha vuelto a poner de manifiesto la necesidad de que las armas de defensa antiaérea y los compromisos de la comunidad internacional con el régimen de Kiev se aceleren, porque en caso contrario sus posibilidades de resistencia descienden dramáticamente. Mientras Rusia presume de que su capacidad de producción de armamento militar se ha recuperado y que cuenta además con los suministros de Irán y Corea del Norte, Washington sigue sin desbloquear millones de dólares que permitirían el rearme ucraniano.

Las posibilidades de que Ucrania acabe perdiendo la guerra por falta de ayuda internacional se acentúan al tiempo que en los países europeos se desata el debate sobre la necesidad de invertir más en defensa, de volver a  situaciones ya pasadas como la implantación del servicio militar obligatorio o sistemas de llamamiento y preparación de reservistas, porque existe el temor de que el oso ruso, después de tragarse el territorio ucraniano que reivindica como suyo, pueda continuar su política expansionista con otros países cercanos que en otras épocas estuvieron bajo su dominio.  Y el vuelco puede ser peor si Donald Trump vuelve a ocupar el Despacho Oval de la Casa Blanca, no solo para Kiev, que vería recortadas las ayudas, sino para todos los países miembros de la OTAN.

 Los síntomas de preocupación de la Unión Europea van en dos direcciones, en primer lugar, pasan por fortalecer los propios sistemas de producción de armas, financiar a las empresas de armamento para que se pongan en pleno rendimiento, para lo que se podrían utilizar, además de los mecanismos del Banco Europeo de Inversiones, los fondos rusos inmovilizados por las sanciones a Moscú tras iniciar la guerra. La segunda preocupación es convencer a las sociedades occidentales que han vivido en un ambiente de paz, que ese periodo ya ha pasado, que es preciso un mayor compromiso cívico con las políticas de defensa, lo que chocará con los partidos que consideran que esas alarmas no se corresponden con la realidad.

 Pero comienza a haber el runrún de que el presidente ruso, Vladimir Putin, quizá piense en atacar algún país europeo. Cuando Joe Biden comenzó a decir de que Rusia preparaba la invasión de Ucrania sus advertencias y ya se sabe lo que ocurrió. “En muchos sentidos, la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania  ha acabado con muchas ilusiones: la ilusión de que la paz es permanente. El mundo es tan más peligroso ahora de lo que lo ha sido durante generaciones”, ha afirmado la presidenta de la Comisión Europea, Ursusla von der Leyen.

Frente a este clima de urgencia se ha levantado la voz del alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, para quien una hipotética guerra de Rusia contra los países del club comunitario “no es inminente”, al tiempo que ha pedido no exagerar las posibilidades de que se desaten otros conflictos militares. Ahora bien, su mensaje tranquilizador ha ido acompañado del consejo de prepararse para el futuro “incrementando nuestras capacidades de defensa, aumentando la capacidad de nuestra industria, pero no asustemos a la población innecesariamente. La guerra no es inminente”. Lo inminente a su juicio es la necesidad de ayudar a Ucrania. 

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