Opinión

Valls topa con su afición al fútbol

Al final, después de varios intentos de justificar lo injustificable, Manuel Valls ha confesado la verdad: siente pasión por el fútbol –utilizó esa palabra, pasión- y piensa además que un primer ministro tiene derecho, como cualquier persona, a disponer de un tiempo de ocio.

No le falta razón, pero el problema es que Valls utilizó un medio público para acudir a la final de la Champions en Berlín, pues viajó en un Falcon del Gobierno francés. El Barça ganó la Champions, pero ha estado a punto de truncar la carrera de quien se encuentra entre sus seguidores más entusiastas: el jefe de Gobierno francés, nacido en Barcelona.

Valls, el más valorado de los dirigentes socialistas del país galo, hasta el punto de que cuenta con serias posibilidades para ser candidato a la Presidencia de la República, cometió varios errores. El primero y más grave, utilizar un Falcon para viajar a Berlín. El segundo, explicar que su viaje se debía a que tenía concertada una reunión con la UEFA, lo que desmintió este organismo. Luego dijo que la cita era con Platini, con el que quería hablar sobre el futuro de la FIFA tras los escándalos de corrupción, y sobre la Eurocopa del 2016 que organizará Francia. Platini no desmintió al portavoz de Matignon, sede del jefe de Gobierno francés. Pero cuando se supo que los dos hijos de Valls le habían acompañado, ya no hubo escapatoria, y Valls no solo se vio obligado a contar la verdad, que se había dejado llevar por su pasión futbolera, sino que, ante la magnitud de la polémica, se ha ofrecido a pagar los dos mil euros que habrían costado los billetes de avión de sus hijos en línea regular.

El viaje del Falcon ha costado 20 mil, pero Valls ha salido mejor parado de lo que se preveía porque la mayoría de los franceses, curados de espanto ante tantos casos de corrupción que alcanzan incluso a ex presidentes, no tienen muchas ganas de abrir un nuevo proceso público contra el primer ministro.

Es lo que ha salvado la imagen de Manuel Valls. Eso, y que los socialistas no quieren quedarse sin su figura más atractiva. Las presidenciales están cerca.

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