Opinión

Ay, Cigala, qué pena

Ay, Diego, cuántas veces he llorado “lágrimas negras” escuchando tu voz desgarrada acompañado al piano por Bebo Valdés. Ay, Cigala, cuántas veces has logrado emocionarme con tus quejíos y tus músicas, con las palabras que derramabas sobre el escenario sobrado de talento. Ay, Diego, pero nunca conseguiste herirme tanto como el pasado viernes y lo hiciste de la misma manera con la que lograste que te admirara: con las palabras. Que siempre son muy peligrosas, más de lo que aparentan.

Salías del calabozo acusado de un delito tan grave, tan doloroso y tan mortal que, respetando la presunción de inocencia, no merecía la risa ni tu aparente alegría. Porque si la acusación fuera de asesinato, aún inocente, la seriedad estaría presente por lo tremendo de los hechos. No, querido Diego, culpable o no, uno no está contento si le acusan de un delito de violencia de género y menos ese viernes negro, como las lágrimas lloradas. Pero estimado Diego, fuiste un paso más allá, un muy mal paso diría yo. Dijiste ante los micrófonos que tras la denuncia, había “dineros, seguro que son los dineros, siempre quieren dinero las mujeres.” Y estas frases son trágicas Diego, porque justo en ese momento demasiadas cabezas habrán asentido en su casa creyendo que tienes toda la razón. Y justo en ese viernes negro.

Pues no, Cigala, no. Las mujeres, como tú nos englobas, no queremos dineros, salvo como justa recompensa a nuestro trabajo. Las mujeres queremos no tener miedo cuando conocemos a alguien, queremos caminar y salir por la noche y volver a casa como vosotros, los hombres, con calma y sin pánico. Las mujeres queremos sentirnos libres, libres de romper una pareja, libres de rehacer nuestra vida, libres para vivir, justo como vosotros los hombres, sin que eso conlleve una condena a muerte. Las mujeres empezamos a estar hartas de los silencios cómplices, de los minutos de silencio, de los silencios impuestos. Llevamos siglos gritando para ser escuchadas, porque todo esto no empezó ayer.

¿Queremos mucho las mujeres o queremos poco? No sé, esa respuesta la tenéis los hombres, Diego, y digo los hombres en el mismo sentido que tú hablas de las mujeres, así en general o así en particular. Y tenéis la respuesta porque lo que queremos es vivir en igualdad con vosotros y no ser consideradas ciudadanas de segundo, tercer o cuarto orden, en función de donde hayamos nacido, por eso somos feministas, eso que tanto miedo provoca en tantos que buscan extinguirnos de tantas maneras. Así que ¿es mucho o poco lo que pedimos? Por cierto, Diego, ese mismo día que nos acusabas de querer dineros, aparecía el cuerpo asesinado de la niña Olivia secuestrada por su padre junto a su hermana Anna, y se entregaba la ex pareja de Rocío Caíz, una joven de 17 años y madre de un bebé de cuatro meses, para confesar haberla asesinado. Y antes fue Guarda, Alla, Nicoleta, María Teresa, Betty y una larga lista más de nombres y de vidas arrancadas. ¿Crees de verdad que ellas querían dineros?

Así que Diego, Cigala, son demasiadas las “lágrimas negras lloradas sin que tú sepas”, como para frivolizar con la violencia de género, la violencia machista que mata. Independientemente de cuál sea el veredicto final de tu juicio, deberías repensar tus palabras y tu manera de entender algunas cosas y, mientras, al menos mantenerte callado. Yo, de momento, Diego, me quedo, como tú cantas, conque “ hoy tu nombre se me olvida”.

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