Opinión

Cuestión de prioridades

Se limpia las manos en el delantal una y otra vez. Las mira, más bien las contempla, y vuelve a pasarlas suavemente por esa tela gris recién estrenada, con una pequeña flor bordada en el lado izquierdo. Es un gesto mecánico que forma parte de la rutina cotidiana que ella lleva a cabo de manera casi ceremoniosa, porque cada día le parece más nueva. No hay nada que limpiar porque ella apenas hace nada que suponga ensuciar las manos arrugadas que se refugian entrelazadas y se sueltan sin acariciar, sin apenas posarse en ninguna superficie. 

Al mismo tiempo que las manos fueron perdiendo horizontes en los que asentarse y juegos en los que participar, la negrura del vacío instalado en su cabeza se fue abriendo hueco y se agrandó en los meses de inactividad, de reposo obligado, de cierres prolongados y de terapias congeladas. 

Demasiado tiempo encerrada entre las paredes de una casa que apenas reconoce y rodeada de una familia que casi nunca sabe nombrar. Todos los afectos no fueron suficientes. La renuncia obligada a ese micromundo que concede respiro a quienes tienen que seguir en la lucha del día a día para que ella siga un poco más en el complejo equilibrio de una normalidad reiventada, ha ido socavando cada día su capacidad física y mental.

El encierro ha dejado secuelas imborrables en las personas más vulnerables al virus, aún habiendo esquivado la mortal enfermedad y superado algunos vergonzosos abandonos. Los miedos se han asentado demasiado invencibles, el cuerpo se acostumbró a una inmovilidad que ahora lo mantiene anclado y que, en muchos casos, pesa demasiado como para ser remontada, y la mente se ha visto sometida a complejos retos que no siempre han podido ser superados. Pero esto ¿a quién le preocupa, además de a quien les quiere, cuida y protege? ¿Qué más da tener centros de día cerrados, terapias en listas de espera, cuidados aplazados o ayudas congeladas? Vivamos con alegría las noches abiertas de fiestas y abrazos, celebremos las victorias de nuestro equipo de fútbol, con o sin positivos, juntémonos bien cerca para hablarnos al oído, apartemos las mascarillas para que se vean las risas. Todo es cuestión de prioridades, como el triaje de los servicios de Urgencias. Pero esta vez ya lo habíamos vivido. No habrá eximente.

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