Opinión

Que viva el amor

Mañana será su primer día de San Valentín. Esperan con nervios el encuentro. Habrá regalos y promesa de amor infinito y eterno: “Porque, ¿para qué quiero la vida si tú no estás en ella?”. Es el primer amor, el que piensan será el único o, tal vez el último, el que desean sea definitivo.

Y entre uno y otro pasarán docenas de San Valentines ignorados, menospreciados y hasta odiados. Aunque nunca desapercibidos, porque para eso están las campañas que nos insisten en que el amor se demuestra con dinero. Ya lo decía esa vieja canción: “Entre tú y yo, un diamante es para siempre”.

Pero, ¿de qué amor hablamos si el día elegido para su exaltación es el día en el que el santo fue decapitado? ¿En serio? ¿No había otra hazaña más acorde con lo que sabemos que es el amor? Que lo mismo pasa con Cupido, con Eros o con el dios hindú Kamadeva. Todos seres alados amorosos, pero con arco y flechas para disparar a incautos seres humanos. Nos ha salido una mitología un tanto violenta para un sentimiento que nunca puede ser dañino, porque si lo es, hablamos de otra cosa.

La idea de ese amor romántico que se nos inculca, ese que todo lo puede y debe ser antepuesto a cualquier realidad, es una malvada doctrina. Nos hace creer que nada somos si no hay alguien que nos quiera, de la manera que sea, incluso con un “mal querer”, como nos cantaba Rosalía.

Cuidado ahí.

Un estudio revelaba hace poco que un 20% de la juventud de este país, entre 18 y 21 años, no considera violencia golpear a su pareja durante una discusión, insultarla o controlar su teléfono móvil. Supongo que piensan que forma parte de ese amor desdibujado que sólo es caricatura y que ven a través de pantallas, con violencias descontroladas. Y eso que estamos en el siglo XXI y creíamos que todo estaba superado, al menos la mala educación afectiva y sexual.

Pero hay que seguir repitiendo, sin pausas, que no existe el mal querer, porque si es malo nunca es querer. Que el amor no son gritos, ni insultos, ni humillaciones. No es golpe y no es muerte. Que quien te quiere, te querrá libre, feliz. Que el amor respeta tu espacio y apoya tus decisiones. Que en el querer y en la cama, territorio siempre libre de violencias, tú marcas el cómo y el cuándo. Y que si no es así, debes dar un portazo sin compasión.

Mañana, en este San Valentín, mírate al espejo y recuérdate lo mucho que te quieres. Abrázate y no olvides que donde no puedes ser tú, tienes miedo o lloras más que ríes, no es y que nunca lo será. Y después, que ¡Viva el amor!

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