Opinión

La realidad ficticia


Las soporíferas películas de las tardes de fin de semana nos advierten con seriedad estar basadas en hechos reales. Por eso son un producto caducado. Porque la realidad se ha impuesto a la ficción y ningún guionista sería capaz de superarla. Es como si aburrida de su cotidianidad rutinaria, hubiese decidido jugar a ser las distopías contadas en literatura, cine o arte. “A ver qué pasa”, se habría dicho a sí misma. No sé si estará arrepentida o pensando en ir un paso más allá. Espero que se haya dado cuenta de que no tiene ninguna gracia. Las barreras entre realidad y fantasía, hasta ahora, han sido invariablemente bien definidas: la puerta de un armario, un tornado, un espejo o un sueño. Por eso nos adentramos en esos senderos pero, como en una noche de borrachera, nos hemos quedado atrapados dentro de una puerta giratoria de la que no sabemos salir. Mareados, esperamos que alguien nos empuje fuera para coger aire y despejarnos. Las redes sociales, grandes gurús que al final son tan insignificantes como el buscado Mago de Oz, baten sin medida todos los ingredientes: caducados, de plástico, ecológicos, de invernadero y hasta los podridos. Y con tanta opinión pseudocientífica tragamos el resultado, por muy venenoso que sea, creyendo que se trata de la mejor  dieta de desintoxicación.

“Si algo puede salir mal, saldrá mal”, dice la Ley de Murphy, la única que parece hemos decidido, de manera unánime, cumplir. A la liosa madeja en la que estamos inmersos, ahora una televisión decide añadir más nudos emitiendo la serie que hizo popular a su protagonista: el actual presidente de Ucrania, Zelenski. Quizás alguien debería haber pensado que a veces algún escrúpulo no viene mal. Alguien debería haber tenido la sensatez de entender que, tal vez, no sea el momento más oportuno para que, en las cómodas casas que no corren riesgo de ser destruidas, las familias se rían con el humorista Zelenski interpretando al presidente de su país, esta vez en la ficción. (Si es que la serie tiene gracia, yo no la he visto). 

Y a lo mejor no toca porque el presidente Zelenski, ahora en la realidad, está al frente de un país invadido con toda la crudeza y desgarro que una guerra supone para la población. Tampoco dice mucho de esa televisión, o lo dice todo, que sea la voz de su presentador estrella de informativos el que anuncie el estreno. Cuántas costuras a la vista. 

Tal vez la idea sea que no seamos capaces de encontrar las baldosas amarillas que nos traigan de vuelta a casa. Tal vez se trate de mantenernos atrapados para siempre en el tramposo juego de verdad o mentira, sin opción de respuesta, mientras la reina de corazones grita: “¡Que les corten la cabeza!”

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