Opinión

El mudo

Én la parada del autobús me pregunta con las manos, con su cuerpo, que cuánto falta; que de dónde soy… Entiendo que trabajó lejos, que no fue a la guerra, que tuvo un hijo…
Huele a colonia fresca. Me dice que ahora va a nadar un rato. Al subirnos me da una palmadita en la espalda, se sienta y me mira amistoso hasta que me bajo.
 

Te puede interesar