Opinión

Ciudadanos estaba de paso

Era visto. El recorrido de Ciudadanos fue más corto que las mangas de un chaleco. Su renqueante estructura nacional y las poco inteligentes decisiones de sus dirigentes han convertido al partido naranja en un arma de auto destrucción masiva. Si en aquella primavera de 2018 el valiente Rajoy hubiera dimitido, muy probablemente Albert Rivera podría haber sido el vicepresidente eterno de este país. Lo que son las cosas, en apenas tres años, un partido pasó de poder aspirar a gobernar un país a prácticamente desaparecer como organización política. Ya es complicado. Ni a propósito. 

Los que creemos que los términos derecha e izquierda simplemente hacen referencia a los costados de un camino, habíamos soñado en que, al fin, una opción que acariciaba los postulados de esta filosofía había llegado a la orilla de nuestra política, como mucho antes lo había hecho de forma protagonista en otros países europeos. El discurso de un conjunto de personas entre las que se encontraban Juan Carlos Girauta, Javier Nart, Arcadi Espada, Miguel Gutiérrez, Albert Boadella, Carolina Punset, Marta Rivera, Félix de Azúa o José Manuel Villegas, devolvieron a muchos la ilusión por votar. A pesar de que en muchas ocasiones los mensajes fuesen heterogéneos, equívocos y poco valientes, los liberales nos conformamos con muy poco.

No habrá sido la primera ni la última vez que un proyecto liberal naufrague en el turbulento mar de la política española. El número de españoles que simpatizan con esta ideología no es nada desdeñable. Según el CIS, quienes se ven a sí mismos como “liberales” suman casi un 11% (“conservadores” un 12% y el conjunto de “progresistas”, “socialdemócratas”, “progresistas” y “comunistas” un 36%). Sin embargo, los liberales no tienen una opción política que represente sus ideas.

No solamente Ciudadanos, sino también UPyD tuvieron grandes opciones para encontrarse en la cogobernanza de España e impulsar la regeneración democrática que no han querido acometer los principales partidos hegemónicos en los últimos 35 años. Pero han querido situarse en el centro, cuando el centro es la intersección del PP y PSOE y, por lo tanto, ecosistema del colectivismo, que socialistas y conservadores anhelan y cultivan tan religiosamente.

De nuevo un fracaso del proyecto regenerador liberal. Sin la esperanza de que se haga autocrítica interna y se produzcan las dimisiones correspondientes, esperaremos de nuevo que alguien no vuelva a estar de paso, y llegue para quedarse.

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