Opinión

Coña fiscal

Dice el refranero que rectificar es de sabios. Y lo es, sin duda. Pero desdecirse de lo hecho o dicho para marcarse un puntazo por haber rectificado resulta una actitud de lo más patético.

Imagínese que el gobierno anuncia que se va a pagar un impuesto por respirar y que en veinticuatro horas se retracta. Pero, además de retractarse, se anota el punto de haber evitado que tal circunstancia sucediera, erigiéndose como redentores de todo lo malo que pudiera implicar. “¿Cómo se va a gravar respirar? Nuestro gobierno no lo va a permitir”, dirían, cuando ellos mismos fueron los que lo habrían planteado en primera instancia.

Lo que ha pasado en solo dos horas, después de que el Gobierno de Sánchez hubiera anunciado que estaba dispuesto a eliminar la reducción por tributación conjunta, tiene algo que ver con lo dicho anteriormente. Probablemente no cayeron en la cuenta de que estábamos en plena campaña de la Renta y en plena campaña política por la Comunidad de Madrid.

Con la habilidad natural que este Gobierno tiene para ocultar la realidad utilizando expresiones eufemísticas, anunciaron que la medida respondía a “una política de igualdad para fomentar la incorporación de las mujeres al trabajo”. Solo dos horas después rectificaban la medida. La ministra Calviño calificaba de “errata” y “sorpresa” la inclusión de la eliminación de la tributación conjunta en IRPF de la que se hace mención en un anexo del Plan de Recuperación y ha dejado claro que no hay nada al respecto en la reforma fiscal que se ha remitido a Bruselas. “En ningún caso esta posible reforma tributaria vaya a suponer un aumento de la carga fiscal de las familias”. Ya están salvándonos… de ellos mismos. Con esto no os apuntáis el tanto, ministra. Le diría a Calviño que una errata es cuando se escribe “una vieja en bolas” en lugar de “una bola vieja”. Salvo que nos considere tontos del bote, es absurdo que nadie considere una errata a una redacción claramente proyectada e intencionada y que, si no se incluye en el texto, es porque políticamente no interesa en este momento.

Todo esto ocurre cuando la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) publica anualmente el informe “Taxing Wages” (impuestos sobre salarios) o más popularmente conocido como “cuña fiscal”, es decir, la incidencia de los impuestos sobre el trabajo. El resultado es que en España, el salario medio pierde el 39,3% de lo abonado por el empresario en concepto de IRPF y cotizaciones sociales. Es de las tasas más altas de la OCDE. Los trabajadores españoles dedican 4 de cada 10 euros de su salario a pagar impuestos aparte, claro está, del IVA y de otros impuestos con los que nos sacuden.

De errata, nada, y menos coñas con las cuñas.

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