Opinión

Cuando la injuria es una forma de talento

El presidente de Inditex, Pablo Isla, dio a conocer esta semana los resultados del ejercicio 2018, que presentan unas ventas de 26.145 millones de euros (3% más que 2017) con un beneficio de 3.444 euros (un 2% por encima del registrado en 2017). El gigante gallego, líder mundial en diseño, tecnología e internacionalización, ha batido de nuevo su record de ventas y beneficio. Con más de 170.000 de empleos, 46 millones de inversión social que benefician directamente a 1,5 millones de personas en todo el mundo y 6 millones de contribución fiscal, Inditex es reconocida como la empresa de moda más valorada del planeta.

Está tardando la “Sexta” en re difundir los aplaudidos reportajes de su estrella Jordi Évole en los que se empeñó en teñir de sombras la imagen de ésta y otras grandes compañías españolas. La fórmula televisiva que para estos casos utilizó Évole, fue la habitual; la dramatización artificiosa e hipócrita del relato. Impecablemente realizada, por cierto. La post producción tiene una garra impecable, llena de emociones. Se empieza con una descripción más o menos amable y objetiva de la empresa en cuestión, entrevistando a sus altos cargos, repasando sus magnitudes, recordando sus millonarios beneficios, visitando las instalaciones y sus innovadores procesos productivos para hacernos ver un entorno modélico, intachable. Pero pronto pasa de ese idílico escenario a otro bien distinto.

Fruto de su sagacidad informativa, de su espíritu de periodista de investigación y de su vocación de “Robin Hood” urbano, cruza al lado oscuro. Alimenta ahora el dramatismo con cámaras ocultas,  confesiones clandestinas, testimonios distorsionados y perfiles ocultos, salvaguarda de fatales represalias de los jefes contra sus protagonistas. Un intra proveedor que, a pesar de haber multiplicado por diez su facturación, se siente explotado por el margen con el que está obligado a trabajar; una trabajadora que se sintió presionada por que el servicio médico le hizo un seguimiento con el objetivo de evaluar si su baja estaba artificialmente prolongada, u otra camboyana que, presionada por el periodista con el cebo de que cinco jerséis se correspondía con todo su suelo, le respondió “pues que compren los occidentales muchos jerséis, porque yo podré vivir mejor aquí”. Pero todo resultaba válido para demostrar la execrable condición de los empresarios que basan su éxito en el sufrimiento y explotación de sus trabajadores. 

El éxito empresarial suele abrir ampollas entre los anticapitalistas convencidos de que sólo el Estado genera riqueza. El fenómeno de excelencia de Inditex y otras compañías españolas, no podría entenderse, entre otros muchos factores, sin una red de proveedores motivados, el reconocimiento de sus relaciones laborales y unos consumidores plenamente satisfechos con los productos que ofrecen. Organizaciones, además, que han nacido desde cero y fueron capitalizadas por el esfuerzo y capacidad de sus propietarios, que hicieron grandes sus organizaciones al margen del favor político. Lo triste es que la injuria tiene una gran ventaja sobre la razón; son admitidas sin pruebas por una multitud de televidentes.

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