Opinión

¿Qué puedo desearles?

Los dos empezamos este puñetero año despidiendo a quien ha querido adelantársenos y lo acabamos, repentinamente, compartiendo una convalecencia inesperada, que nunca hubiéramos imaginado. Tantos años, tan cercanos. Incluso en la discrepancia o en las opiniones contrapuestas sabemos encontrarnos; nos enriquecen. ¿Las cosas pasan por la determinación de nuestros destinos o es el puro azar quien las rige? Quién lo sabe. Ambos convenimos, sin embargo, en que son señales de las que conviene aprender. Las traiga la providencia o la casualidad, nos enseñan a seguir siendo jóvenes, porque quien continúa queriendo aprender, crece, a la vez que permanece atento, más joven. Lo importante no es, por tanto, lo que ocurre, sino cómo actuamos cuando las cosas ocurren sin ser esclavos de sus consecuencias.

Un libro, una relación, un fracaso, una fatalidad. Una experiencia vivida. Cualquier cosa puede hacer replantearnos los vectores que conducen nuestras vidas y agarrar ¿fueron alguna vez nuestras? las riendas de nuestra existencia. Orientarlas hacia nuestra manera de afrontar nuestro nuevo y propio destino. La densa y oscura niebla de la pandemia nos ha servido a muchos para asomarnos a nuestra vulnerabilidad y reconciliarnos con nuestras limitaciones. Para sentir más cerca a nuestro propio yo, aprender a disfrutar de la soledad, de nuestra propia compañía y querernos más. A adaptar nuestra manera de vivir y de relacionarnos con los demás. A disfrutar de los abrazos, los paseos y la naturaleza. A tantas cosas, tan simples, tan enormes …

De la aceptación y la adaptación también debe surgir la acción. Lo sucedido, lo mismo da, ha sucedido por destino o por azar. Actuar es ahora lo sustancial. Que los miedos no mermen nuestra capacidad de ser felices sino, más bien al contrario, que iluminen nuestro horizonte existencial y contribuyan a desarrollar actitudes personales constructivas; que estemos más atentos a quienes somos, como individuos únicos, auténticos, y maduremos para aceptar la responsabilidad de ser uno mismo, sin someterse a quienes (o a lo que) nos distraigan y traten de manipular nuestra conciencia. La vida nos da mil razones para ser felices y es demasiado maravillosa como para dejarla en manos de aquellos que nos desean serviles, manejables, dependientes; de aquellos que pretenden decirte cómo debes ser y quieren apoderarse de tu mente, cuando ésta debe estar a nuestro único servicio y al de nadie más. Vivamos cada segundo, cada instante, porque nunca sabremos el tiempo que nos queda para dejar de hacerlo. Que el pasado no nos determine y el futuro no nos distraiga. Aquí, hoy y ahora, para ser felices. A partir de de esto, todo será posible. Felices instantes 2021.

Te puede interesar