Ya lo habrán leído estos pasados días. Se llama Valérie Bacot. Desde los doce años fue violada terriblemente por su padrastro, que convirtió su vida en un horror cotidiano imposible de imaginar. Después de dejarla embarazada a los diecisiete años tuvo otros dos hijos con ella, a la que siguió maltratando, violando y obligado a prostituirse. El próximo 21 de junio, Valérie será juzgada por asesinato y se enfrentará a la pena de cadena perpetua, porque hace cinco años disparó en la nuca a su agresor con la misma arma de fuego que éste utilizaba para aterrorizarla. Este terrible caso de violencia doméstica conmociona a toda Francia y cientos de miles de ciudadanos, entre los que se encuentra su presidente, claman por su absolución.
¿Han pensado sobre el asunto? ¿Sería éste un caso claro en el que tendría encaje el otorgamiento de la gracia del indulto? Esta es mi opinión.
En primer lugar, he de reconocer que yo hubiera hecho lo mismo, tanto si la víctima hubiera sido yo mismo o cualquiera de mis hijos. Lo haría una y mil vidas. “Preso número nueve” (Joan Báez): “ y si vuelvo a nacer, yo los vuelvo a matar.”
Dicho esto, habría que reflexionar si el indulto tendría cabida en derecho, en todos los casos. Es decir, si cualquiera que se tome la justicia por su mano estaría amparado por la medida absolutoria. Porque resulta muy difícil de medir si lo que es Justicia para uno lo es, en idéntica medida, para otro. Lo que ha vivido Valérie es espantoso…, pero seguramente igual de espantoso que quien haya sido violado una sola vez. ¿Quién pone el listón para defender el auto ajusticiamiento? ¿Qué tipo de agravios comparativos aflorarían? ¿Por qué Valérie y no otras víctimas?
En un caso como este, la sociedad entera es víctima, aunque Valérie fuera la que más directamente haya sufrido. Habría que preguntarse qué ha fallado en la sociedad francesa para que esta barbarie se haya producido sin que nada pudiera evitarla. ¿No tendría Valérie y sus hijos derecho a una pensión vitalicia a costa del Estado por inacción de este último? Preguntemos a la ciudadanía si no sería oportuno que así fuera. Preguntemos a los políticos que sí tienen derecho a esta pensión si estarían dispuestos a renunciar a la suya para crear un fondo con el que “resarcir”, si es que se puede utilizar este término, a este tipo de víctimas. ¿Qué dirían unos y otros?
Los indultos son objetivamente una quiebra de la división de poderes, ya que lo que dicta en primera instancia la Justicia, lo rectifican los Gobiernos. Y por supuesto, no los comparto en absoluto cuando políticos perdonan a políticos y en las ocasiones en las que claramente se utilizan como arma política o moneda de cambio de deudas silenciadas.
Pero entre Valérie y los Jordis, ¿qué quieren que les diga?
