Opinión

Alves

Dejando aparte la presunción de inocencia que debemos a todos, el caso no sé si confuso de Dani Alves a mí me ha hecho pensar lo siguiente: 

La presunción de inocencia tal como lo entendemos es un concepto jurídico que otorgamos al supuesto culpable, hasta que se demuestre que es culpable de verdad o que es inocente. Está bien. Es correcto. “In dubio pro reo” y todas esas cosas de la Justicia. Intentamos que nuestras leyes sean lo más justas posible. Y también que sean prudentes e incluso compasivas con el delincuente, por si acaso nos equivocamos. También eso está bien.

Al mismo tiempo yo tiendo siempre a creer más a la víctima. Y no me refiero a una violación o abuso como sería o es la del caso de Dani Alves, sino a cualquier delito. 

¿Por qué voy a denunciar yo a alguien por robo si no me han robado? ¿Por qué voy a denunciar a alguien por secuestro, asesinato, porque ha okupado mi casa, se ha llevado mi coche, me ha violado, ha matado a mi perro con veneno, o por lo que sea si esos hechos no se han producido? Lo único que conseguiría con eso sería meterme en un lío judicial, administrativo, económico, personal, que solo puede perjudicarme a la corta y a la larga y seguramente ocupe años de mi vida. Y con mucho sufrimiento. 

Por eso, casi por puro sentido común, suelo dar credibilidad a la víctima. Su versión generalmente me parece más de fiar. Y no se trata de una visión ideológica mal entendida por la que yo le dé la razón en este caso por ejemplo a la mujer. No. Eso es intrascendente. No hablo de mujeres, ni de hombres, ni de violaciones, sino solo de delitos.

Cuando alguien presenta una denuncia porque sufrió abusos de un profesor, un entrenador o un cura a sus diez años en el colegio treinta o cuarenta años atrás, yo me lo creo, porque si no fuera cierto no tendría ningún sentido hacer eso, denunciar.

Al señor Alves lo defiende su familia (lógico) y su ex mujer (lógico) que curiosamente es su representante y la que maneja sus contratos y su dinero. Y hasta el imbécil de Xavi Hernández lo defiende (ilógico), aquel tipo que dijo una vez que en Arabia Saudí se vive muy bien porque puedes dejar la puerta de casa abierta que nadie te va a robar. ¡Nos ha fastidiado! Como en el Chile de Pinochet, en la España de Franco, en la Argentina de Videla, o en la URSS de Stalin. Ahí también se podía dejar la puerta abierta, porque si a alguien se le ocurría entrar en tu casa, según quién fueras tú tal vez acabara secuestrado y arrojado desde un avión al océano.

No sé si Alves es culpable o inocente. Ni lo saben ustedes, ni los jueces todavía. Pero la cosa no pinta bien para él. 

Yo, repito, de momento creo a la víctima.

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