Opinión

Andalucía, mon amour

Hace unos cuantos días alguien me preguntó qué opinaba de las elecciones andaluzas, fue antes de que supiéramos sus resultados. 

Mi conocido me la hizo como si yo fuera a saber algo especial, tal vez porque escribo en un periódico y él aun no se ha dado cuenta o no ha entendido que yo solo escribo bobadas un poco humorísticas, y en realidad no sé nada. Ni soy politólogo ni nada parecido, y mi opinión vale tanto como la suya. Pero en fin.

Le contesté que aun cuando el tema no me interesaba, visto que el PSOE y los partidos de izquierda no tenían muchas posibilidades yo preferiría que ganara el PP con mayoría absoluta, más que nada para que el PP no pactara con Vox. Algo que el PP haría o hubiera hecho de haberse quedado a las puertas, a unos escaños. 

Por supuesto que si yo fuera andaluz y votara en esas elecciones no votaría al PP, eso sería votar contra mis principios, pero votaría no sé a quién, deseando al mismo tiempo en mi interior que el PP obtuviera la mayoría absoluta... para que no pactara con Vox.

Aquí me di cuenta de que entrábamos en un famoso tema misterioso que es el del “voto útil”, un tema que nunca entendí bien. Creo que lo del voto útil es un reduccionismo de analistas, comentaristas, medios y tertulianos que es falso. No existe ningún voto útil. En realidad hay muchos más tipos de votos distintos. Hay votos útiles pero también los hay inútiles, estúpidos, correctos, tontos, bobos, idiotas, ignorantes, confiados, fieles, mentirosos, entregados, creyentes, esperanzados, bienintencionados, y hasta hay votos analfabetos buenos, y votos cultos malos y criminales. Incluso hay votos pistoleros y votos de asesinos o narcos, pero todas esas categorías no están codificadas ni estudiadas como la del voto útil. Todo el mundo habla del voto útil pero pocos hablan de los otros votos que son muchos, innumerables. El caso es que los votos útiles, los inútiles y los demás acaban todos dentro de la urna y se cuentan por igual. Se supone.

Hace muchos años un amigo me dijo un día esta frase que nunca olvidé: “Yo cuando voy a votar me siento como un griego”. Por supuesto era una metáfora y mi amigo refiriéndose a esa imagen romántica y literaria clásica quería decir que se sentía un ciudadano dueño de su destino o algo así. Aunque fuera una obviedad para él y para mi que si él o yo fuéramos esclavos o mujeres en aquella democracia ateniense no podríamos haber votado nunca. Nos estaría prohibido.

Yo suelo votar casi siempre, pero ¡tchk, qué mala suerte!,  nunca he tenido esa sensación que tiene mi amigo. 

Curiosamente ahora que sabemos ya el resultado electoral andaluz descubro a muchos amigos y conocidos, mayormente de izquierdas, que también pensaban lo mismo que yo. Andalucía, mon amour.

“Andaluces de Jaén, aceituneros altivos./ Decidme en el alma ¿quién, quién levantó los olivos?” .

Te puede interesar