Opinión

¿Arde París?

En una reciente viñeta de El Roto se ve un desolado paisaje desértico plantado con cerillas gigantes y un texto que dice: Si plantamos cerillas no nos puede extrañar que ardan.

El tema de los incendios como todos sabemos es complicado y con causas muy distintas. Desde pirómanos locos o vengativos, guerras entre intereses ganaderos, agrícolas o de explotación forestal, envidias y venganzas, la destrucción por siniestros intereses económicos, el descuido humano, la dejadez de las autoridades e incluso incendios naturales y espontáneos por las condiciones ambientales, sumado todo eso al cambio climático.

Así que poniéndose un poco en plan CSI, analizar sus causas es como analizar una serie de crímenes de un psicópata asesino en serie, cuando en realidad esos crímenes los cometen seiscientos o setecientos psicópatas asesinos distintos, a los que mueven distintos motivos. Y perseguirlos a todos no es fácil porque no es un CSI de la tele, de ficción, sino una realidad en la que todas las teorías y posibilidades tienen parte de verdad. Así que no hay una única solución o estrategia que se pueda aplicar, sino muchas distintas que hay que aplicar al mismo tiempo.

Dicho esto me gustaría hablar de una idea muy extendida entre mucha gente que a mi siempre me ha resultado rara. Me parece una idea “de cuñado”.

Es la de que los montes antes se limpiaban y ahora no. De acuerdo, eso es verdad. Mi propia familia cuando yo era niño limpiaba montes de piñas, ramas, frume, toxo y maleza porque se empleaban en las casas como leña, en las cuadras para las vacas, y en otros usos. Hoy eso se hace poco. Ya digo que a mi juicio la idea tiene una parte de verdad y mejor haríamos si siguiéramos limpiando y cuidando los montes como antes.

Pero seamos serios, esa limpieza se hacía en el monte próximo a pueblos y aldeas, lo que estaba bien pues los protegía y limitaba la posibilidad de incendios cercanos a núcleos de población o reducía su impacto. Si bien no se hacía con esa intención, sino con la de obtener un beneficio económico del material que se recogía en el monte.

Y ahora explico la parte de la idea “de cuñado” a la que me referí. Es esta: no se pueden limpiar los Picos de Europa, muchacho, ni O Courel, ni Ordesa, ni la Caldera de Taburiente, y mucho menos como sugieren algunos en tertulias de sobremesa llenarlos de cabras, por mucho que las cabras ramoneen la vegetación seca. Necesitaríamos miles de millones de cabras, y trágicamente entonces acabaríamos convirtiendo nuestros montes en explotaciones industriales de ganado caprino y dejarían de ser los parques nacionales que son.

¿Estoy de cachondeo? Pues no. Este artículo no trataba sobre el fuego, sino sobre ciertas ideas al respecto que me parecen absurdas.

El fuego hace mucho que ha venido para quedarse y no lo vamos a arreglar con cabras sino con medios, prevención y legislación. Solo así.

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