Opinión

Las colas de Cáritas

Enrique Matías Ossorio Crespo es un señor que cobra cien mil euros al año por simular ser portavoz del PP en la Comunidad de Madrid, y ha puesto en duda un informe de Cáritas sobre la pobreza porque él no ve a los pobres. ¿Dónde están? se pregunta incluso burlándose. 

Sus declaraciones han desatado una ola de indignación en toda España ya que si alguna institución es respetada en nuestro país desde todos los ámbitos, sean de la ideología que sean, es precisamente Cáritas. Pero yo quiero ser cristianamente compasivo con el señor Ossorio. Intentemos entenderlo. 

 Con su sueldo de cien mil euros es lógico que no vea a los pobres, los billetes no le dejan verlos. Además seguro que solo se mueve en coche oficial y no sale del barrio de Salamanca, calle Serrano arriba y abajo todo el día. A tomar el aperitivo en la terraza de Serrano 50 a eso de las doce, después tiene que subir hasta José Luis para charlar con los amigos un rato con unos pinchitos de jamón de por medio, y por último bajar a comer al Iroco en la calle Velázquez. Vamos, lo que yo digo, todo el día barrio de Salamanca arriba y abajo, eso es un sinvivir. A ese ritmo y con esos itinerarios es muy difícil ver pobres, y para acabar de arreglarlo sospecho que las ventanillas del coche oficial no son precisamente muy transparentes. 

Yo viví en Madrid muchos años y juro que es tan raro ver un pobre en el barrio de Salamanca como encontrarse una jirafa en la Antártida. Sí, si vas a las iglesias a las horas de misa siempre hay uno a la puerta, pero después desaparece.

A mí las declaraciones del señor Ossorio me han recordado uno de los que para mi gusto es de los mejores chistes de El Roto de la historia. En la viñeta aparece un millonario de pie vestido de etiqueta, acompañado por su esposa que está sentada en una silla, ambos mirando a cámara con cara de indignación. Y el millonario, muy enfadado, protesta así: “¡Sí, dicen que no llegan a fin de mes, que no llegan a fin de mes, pero llega fin de mes y siguen ahí!”

Al señor Ossorio como a tantos de su raza (como sabrán ustedes raza es un término acuñado en el siglo XIX que ya solo se emplea para animales domésticos como gallinas, perros, gatos, vacas, cerdos, etc., pero ha dejado de usarse con las personas) la pobreza de los demás no le interesa, así que no la ve por decisión propia y para él no existe. Es lógico, a su sueldo de cien mil euros no le sentaría bien eso. Como dice un viejo proverbio americano del mundo del marketing y la política: “Es muy difícil hacer entender algo a alguien cuyo sueldo depende de que no lo entienda.”

¿Dónde están esos pobres? Ni idea. Quizá en las colas de Cáritas.

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