Opinión

Contra el reciclaje

Artículo políticamente incorrecto, advierto. Hoy voy a ganarme unos cuantos enemigos, aprovechando la Cumbre del Clima.

Yo no reciclo. Desde hace años. Dejó de interesarme el tema. A finales de los ochenta en Madrid me puse a separar las basuras y vaciarlas en los contenedores ad hoc, como nos dijeron. Lo hice durante meses. Suponía bastante trabajo ya que entonces todo eso acababa de empezar y apenas había contenedores distintos, así que tenías que recorrer un par de manzanas caminando hasta el contenedor adecuado. Entonces yo vivía en Chamberí.

Un día se descubrió que la empresa que recogía las basuras las juntaba todas en el mismo basurero. Fue un escándalo de la época en la Comunidad de Madrid. Unos idiotas separando basuras para que otros idiotas las juntaran. ¿O debiera decir de esos segundos unos listillos? Desde entonces le tengo manía al asunto del reciclaje. Sorry. No me creo nada.

Actualmente vivo solo, soy frugal y sobrio y cocino bien, así que genero una basura mínima. ¿Por qué tengo que separar yo vidrios de plásticos, papeles y residuos orgánicos? Que lo hagan las empresas que tienen las concesionarias de basuras de toda España. Yo ya pago impuestos y no recibo ninguna ayuda del Estado por eso.

El reciclaje ciudadano me parece una de las grandes mentiras de nuestro tiempo. Me suena a trabaja gratis para mí muchacho, mientras yo me forro a tu costa y sigo inundando el planeta de CO2. Una especie de “Ascenso y caída de Reginald Perrin”.

Pues no. De momento, no sé en el futuro, me niego a eso. A hacerle el trabajo sucio a los ricos para que se enriquezcan más. Que reciclen ellos, que para eso generan una cantidad de basura increíble. Yo no.

Me pasa algo parecido con el consumo de agua. Vivo en una de las ciudades con la cuota mínima más alta de España. El mínimo es igual tanto si vives solo como si tienes cinco hijos y estás poniendo lavadoras todo el día. Entonces ¿por qué tendría que cerrar el grifo mientras me cepillo los dientes? Y lo hago. Pero no por ahorrar ya que me cobrarían lo mismo, sino porque pienso en quienes tienen que caminar cinco kilómetros para conseguir un litro de agua potable. Pero el argumento es una broma como aquella que nos decían de críos: “Cómete el bocata que muchos niños pasan hambre”. ¡Vaya! Como si engullir yo el bocadillo les fuera a quitar el hambre a ellos. ¡Menuda bobada!

Cuando vino Greta a aquella otra Cumbre Climática ¿recuerdan?, vino en catamarán cruzando el Atlántico porque ella no coge aviones. Alguien echará cuentas un día y resultará que fue más contaminante el maldito catamarán que un jet privado.

Por terminar y dejando claro que me gusta Greta y lo importante es su mensaje, por suerte los aviones siguen cruzando nuestro cielo todos los días y dibujando con sus odiosas y contaminantes estelas preciosos cuadros de Kandinsky contra el limpio azul.

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