Opinión

Defensa del Diablo

Y si el diablo no fuera tan malo?

No sé si se habrán fijado ustedes, pero nadie defiende al diablo. El pobre casi siempre parece un inmigrante medio muerto de hambre y de necesidad al que todo el mundo desprecia u odia por su aspecto o por los imaginarios motivos que sean, o así nos lo retratan. Parece un delincuente. Pero pensemos: y si el diablo no fuera tan malo ¿entonces qué?

El diablo es un personaje que aparece a lo largo de la historia en todas las culturas y religiones del mundo, generalmente como la encarnación del mal. Pero también como aquel que nos revela cosas a los hombres que los dioses nos ocultan. La serpiente de la Biblia nos regala el conocimiento. Prometeo es un diablo de alguna forma y nos trae el fuego. Otros diablos en distintas culturas y religiones nos enseñaron, según nos dicen los libros y hemos de creer en eso, a cultivar el trigo y hacer pan, a pescar, a cazar, a pensar, a construir casas y sociedades, a levantar nuestro mundo. Así que los diablos no pueden ser tan malos ¿no?

Numerosos autores, artistas y escritores dedicaron obras en las que homenajearon al diablo muchas veces. Desde el famoso “Diccionario del diablo” de Ambroise Bierce (una broma satírica genial), hasta el “Satanás historia del diablo” de nuestro querido don Vicente Risco. Y ¿cómo no? el bellísimo “Ángel Caído” del parque del Retiro de Madrid. Una estatua hecha por Ricardo Bellver y que corona la fuente de una plaza preciosa en ese gigantesco jardín para vivir sueños con los ojos cerrados que es El Retiro, rodeado ese ángel o ese demonio, no sabemos qué es exactamente, de rododendros como explosiones de color y locura, rosales disparados, zumbantes abejas vivas, ardillas, insectos y flores de todos los nombres que se puedan imaginar. Ahí está ese diablo precioso en medio de tanta belleza, llorando su caída o expulsión del cielo porque Dios se equivocó al mandarlo al infierno. O tal vez el malo era Dios, podría ser.

El diablo ha sido retratado y dibujado o pintado a menudo como un gato negro, como un becerro, una serpiente, una bestia, un monstruo, un dragón, un perro furioso, un macho cabrío salvaje y violador fuera de sí... Pero ¿y si la cosa fuera distinta?, ¿y si el diablo fuera nuestra alma de verdad?, el alma buena, el alma mejor.

El diablo ha sido siempre más amigo de los hombres que de Dios. Dios prohíbe, el diablo permite. Permite explorar y nos invita a explorar. Dios cierra puertas y el diablo las abre. De no ser por el diablo no habríamos descubierto el fuego como apunté, ni la rueda, ni cómo cultivar la tierra. Ni siquiera habríamos descubierto cómo amarnos entre nosotros sin normas y sin sotanas. De no ser por el diablo seguramente usted y yo ni siquiera existiríamos. 

Piensen en eso si creen ustedes en Dios. Yo creo en el diablo.

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