Opinión

Esa especie de subnormal

El gracioso y a veces divertido ¿por qué no decirlo? Jaime Peñafiel, un tipo engolado que nunca hemos sabido a qué se dedica exactamente, llamó el otro día en un programa de televisión a Lady Di “esa especie de subnormal”. 

Por supuesto a Jaime Peñafiel lo entrevistaron en ese programa a propósito del fallecimiento de Isabel II, porque supuestamente él sabe mucho de las cabezas coronadas de Europa. Asombroso. Es obvio que no tiene ni idea, o al menos que solo tiene unas cuantas ideas preconcebidas que lleva barajando en su diminuto cerebro toda la vida. Y según yo lo veo ya está senil para opinar (no sé si esto le parecerá suficientemente “subnormal” a él).

Jaime Peñafiel se gana el sueldo vendiéndonos la vieja película de que estuvo en la boda de Juan Carlos y Sofía en Grecia. ¡Menuda estupidez! Incluso ha escrito algunos libros sobre los reyes de España pero que se sepa ni Juan Carlos, ni doña Sofía, ni Felipe VI, ni por supuesto Leticia le tienen mucho aprecio. Esto debería hacernos pensar.

Yo estuve en la boda de Carlos y Diana en Londres. ¿Y qué? No voy por ahí vendiendo eso. Solo fue una casualidad que me tocó en aquel momento, precisamente pura casualidad. Estaba allí y nada más, como tantas personas.

Don Jaime Peñafiel se permite llamar subnormal a Lady Di quizá porque él se cree especialmente inteligente. Ya saben: dime de qué presumes y te diré de qué careces.

Don Jaime Peñafiel, un tipo que yo tengo algo estudiado por diversión, aborrece a todas las princesas o reinas coronadas o no de Europa, sobre todo si son jóvenes como Lady Di, Letizia, Meghan Markle, etc. Fíjense ustedes, para eso está la hemeroteca, el tipo es una especie de misógino juvenil.

 Subnormal (esta palabra es hoy políticamente incorrecta), no era Lady Di sino Carlos. Fue él el que se casó de mentira. Fue él el que la engañó a ella desde antes de la boda. Fue él el falso, el falaz. 

Y yo de chaval a mis veinte años estuve allí en aquellas calles de Londres, aplaudiendo y jaleando con miles de personas la preciosa carroza descubierta que llevaba por toda la ciudad a aquel chico feo y orejotas cubierto de galones y medallas, y a aquella chica guapísima Lady Di, escoltados por la Guardia Real a caballo. ¡Qué bonito! Un cuento de hadas como se dijo entonces. Pero no era un cuento de hadas sino un cuento de demonios, y el subnormal era él, no ella.

Sin embargo Peñafiel piensa al revés. ¿Por qué? Pues porque todo el mundo lame los culos que le gustan. Eso lo hace don Jaime Peñafiel, lo hago yo, usted y todos. Es lo lógico y lo normal. Los humanos somos así, como perros: lamemos los culos que nos gustan y no lamemos los que no nos gustan.

 ¿Subnormal Lady Di? ¡Vaya por Dios! Lo que hay que oír.

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