Opinión

Frases famosas

Hace unos cuantos años me dediqué durante un tiempo a una broma absurda que algunos amigos míos no entendieron cuando se la descubrí, y se enfadaron mucho conmigo después. 

La broma consistía en inventarme frases y atribuírselas a alguien famoso. Así que creo que debí de inventar las fake-news antes de que existieran las fake-news.

La cosa consistía básicamente en lo siguiente. En una conversación entre amigos (y la mayoría de mis amigos son artistas o intelectuales) yo me inventaba una frase y la soltaba con mucha seriedad o bien con humor encima de la mesa, en medio de la conversación, atribuyéndosela a alguien. A alguien famoso o conocido. 

O sea que yo decía: “Como dijo no sé quién (aquí iba el alguien), no sé qué (aquí iba la frase inventada por mí)”. Lo sorprendente era que nadie protestaba ni preguntaba dónde había dicho o escrito eso aquella persona y todos daban por hecho, no sé si porque lo decía yo con tanta autoridad o naturalidad, que la cita era real. Pero no era real. Me la inventaba yo en el momento. Hoy tengo algunos amigos y conocidos que lo primero que harían en esa situación es sacar el smartphone y consultar la Wikipedia a ver si lo que digo es verdad, pero entonces no había smartphones.

Bien, sigo. Desarrollé un método bastante sofisticado para eso en aquella época. Por ejemplo si se me ocurría una frase sardónica y con muy mala leche se la atribuía a Mark Twain; si se me ocurría una irónica y con un cierto punto de elegancia y displicencia se la atribuía a Óscar Wilde; si era filosófica, profunda y meditada a Bertrand Russell; si era hermosa y lírica como un verso español a Lorca; si era absurda y con un humor surrealista y callejero a Groucho Marx. Y así todo.

Además yo tenía una especie de “recámara” de recursos variados para otro tipo de frases, de forma que según fuera la frase se la podía adjudicar tranquilamente a Winston Churchill, Carlos V, el papa Borgia, Walt Disney, Aristóteles, John Ford, Julio César, o incluso san Pablo o Jesucristo. Nadie protestaba y todo el mundo daba por hecho que la frase era real.

Siempre me sorprendió la credulidad de mis amigos. Claro que pensándolo bien se debería casi seguro a que me quieren, y no a mi talento que a fin de cuentas en ese asunto resultó ser un talento mentiroso. El día que les descubrí el pastel y les expliqué que llevaba semanas inventándome las citas me corrieron a gorrazos, y he de decir sinceramente que con toda la razón. Yo, si hubiera sido uno de ellos, hubiera hecho lo mismo. Aquel día tuve que pagar las cañas de todos. En fin... qué le vamos a hacer.

Inventarse frases famosas debería ser deporte olímpico. Ya saben ustedes, como decía George Washington: “La libertad y la tarta de manzana, son los dos pilares de la sociedad civil”.

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