Opinión

Froilán Froilancito

Según he leído, yo no lo sabía, Froilán odia que le llamen Froilán. Su familia y sus amigos cercanos lo llaman Felipe, otro de sus muchos nombres que no voy a poner aquí porque me ocuparían todo el artículo. Su cuarto nombre es De Todos Los Santos así que imagínense la lista. Sería eterna.

A Froilán le pusieron ese tercer nombre después de Felipe y Juan por san Froilán, patrono de Lugo y León. Si le echan ustedes un ojo a la Wikipedia o a cualquier otro informador posible que encuentren por ahí, bien sea en internet o en papel, verán que san Froilán se fue de casa de chaval para vivir su vida en las montañas del Bierzo. O sea que ya de jovencito era un tipo muy independiente y “echao palante”. 

Un episodio curioso de su vida es el del lobo que se comió su almuerzo un día y al que san Froilán, enfadado, convirtió en un obediente cordero que le transportaba como si fuera un camellito amaestrado la biblioteca de aquí para allá. Eso fue en el año ochocientos y pico después de Cristo, antes creo de que se disparara en el pie o lo pillaran cada dos por tres en alguna trifulca de un after o una disco, o se fuera a pasar unos días a Abu Dabi con su abuelo.

Otro suceso reseñable de su vida, sigo con san Froilán, es aquel en el que no se sabe muy bien por qué se introdujo brasas ardientes en la boca y no le hicieron ningún daño. Froilancito también se mete en la boca chupitos, cubalibres, martinis con soda, bloody marys, etc., y que sepamos tampoco le pasa nada. ¡Jo, jo, jo, y una botella de ron!

Una frase de su biografía, me refiero otra vez a la de san Froilán, escrita por algún autor en el 900 d.C., le viene al pelo a Froilancito, vean: “Era hijo de los condes de Lugo, llevó vida de estudiante hasta que a los dieciocho años abandonó los estudios y se preparó para el sacerdocio.” Eso está bien y lo entiendo. Yo también abandoné los estudios en un momento dado a finales de los setenta cuando era joven y me fui a hacer la mili. Eso sí, antes me corrí una juerga de campeonato durante un mes en Londres. Bueeeno, vale, de campeonato no porque no tenía un duro, o un centavo, digamos las cosas como son. 

Además, todos hemos vivido fiestas y farras a esa edad, confesémoslo. Es lo normal. A fin de cuentas Froilán tiene veintipocos años, claro que san Froilán hizo lo mismo que él a los dieciocho cuando se fue al Bierzo y actualmente tiene más de mil.

A Froilán no le gusta que lo llamen Froilán. ¡Vaya! Podría cambiarse el nombre ¿no? ¿O será que no le gusta Lugo? Pues yo creo que debería venirse unos días al “Arde Lucus”, seguro que se lo pasaría bomba.

Te puede interesar