Opinión

El gran gigante ruso

Hace años en una serie de cuentos breves escribí este. Diminuto. Se titula “El Gran Gigante ruso”. Dice así.

“Había un hombre en Rusia que medía ochocientos kilómetros de largo cuando estaba tendido. Este hombre tenía la cabeza en Moscú y los pies en Kiev, y era tan amigo del Zar que lo tuteaba.

En Europa Occidental la gente hablaba a menudo del Gran Gigante Ruso, pero no tenían ni idea porque este hombre no era un gigante: simplemente era enorme.”

No sé si este cuento me dice algo hoy. Tal vez.

Hay una película fabulosa de los años sesenta de Tony Richardson que se titula “La última carga de la brigada ligera”, protagonizada por Trevor Howard, John Gielgud y Vanessa Redgrave. La acción se desarrolla durante la guerra de Crimea de 1855 y narra como su propio título indica la última carga de la brigada ligera del ejército inglés, a caballo, contra los tanques rusos. Una batalla en la que el ejército ruso liquidó a la caballería inglesa. Todo por la falta de escrúpulos de los altos mandos británicos que sabiéndolo, en un acto de demencial engreimiento supuestamente patriótico enviaron a todos sus jóvenes a caballo armados solo con sables directamente hacia la muerte. A partir de aquella sangrienta y desigual batalla la palabra “caballería” en todos los ejércitos del mundo pasó de designar una fuerza militar montada a caballo a una montada en tanques y vehículos pesados.

Las escenas de civiles ucranianos arrojándose a los pies de los convoyes rusos para detenerlos, como aquel chaval que se plantó ante los tanques en Tiananmen, me recordaron la película y volví a verla. En el film además, por el medio de la acción y entre las tramas de los personajes se explican las estrategias políticas y militares de los participantes en aquella guerra, con unos preciosos dibujos animados en los que cada país está representado por un animal emblemático: Inglaterra es un león, Austria un águila, Francia un gallo, Turquía un pavo y Rusia lógicamente un oso.

Lo sorprendente de la invasión de Ucrania es que Putin es ucraniano. Bueno, no del todo. Nació en San Petersburgo pero sus padres, sus abuelos y bisabuelos eran ucranianos, claro que cuando él nació hace casi setenta años Ucrania pertenecía a la URSS. Pero el caso es que nació en San Petersburgo por casualidad, como yo nací en Ourense por casualidad aunque toda mi familia es de O Rosal, Pontevedra, así que en el fondo de mi corazón debo de ser de O Rosal. ¿Putin tiene corazón?

Como dijo no recuerdo quién una vez: “La guerra es un lugar donde jóvenes que no se conocen y no se odian se matan entre sí, por las decisiones de viejos que sí se conocen y se odian pero no se matan entre sí.”

El Gigante Ruso que yo imaginé hace años en ese cuento tenía la cabeza en Moscú y los pies en Kiev. Curioso ¿verdad?

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