Opinión

Japón

 

La selección de fútbol japonesa del Mundial ha dejado a Occidente alucinado y no solo por cómo jugaron, sino por cómo dejaron el vestuario al irse. Más limpio y ordenado que el día de la inauguración de las instalaciones. Los japoneses son así.

Yo tuve un íntimo amigo japonés en la universidad, en Madrid. Se llamaba Takao y era todo un personaje. Aun más en los años setenta para mis amigos y para mí, ya que un japonés entonces era casi un marciano por su rareza y exotismo. 

Takao estudiaba en la Universidad de Osaka Filología Hispánica, y se estaba especializando en poesía surrealista española, “Poeta en Nueva York” de García Lorca y cosas así. Le habían dado una beca de dos años para venir a España y mejorar su español, y después de hacer un tour por Bilbao, Barcelona y otras ciudades decidió matricularse en Sociología en la Complutense. No porque quisiera estudiar Sociología, sino porque cuando llegó a Madrid descubrió, o eso decía él, que la Facultad de Sociología era la más gamberra de todas y pensó que haría más amigos en ella con los que salir de marcha constantemente y así mejorar su español. Tenía razón.

Nunca he estado en Japón, pero siempre me pareció un país especialmente atractivo y tengo amigos que han ido. Los japoneses son ultramodernos pero al mismo tiempo conjugan la última tecnología con tradiciones milenarias, con una naturalidad que casi asusta.

Después de varios meses de amistad, otro amigo, Fernando, y yo descubrimos por casualidad que Takao llevaba todo aquel tiempo grabando nuestras conversaciones en un cassette de cintas diminutas. Nosotros no habíamos visto cintas así salvo en las películas de James Bond. El caso fue que Fernando montó en cólera al descubrirlo y a Takao le cayó una buena bronca. Pero él no percibía que las grabaciones fueran una intromisión en nuestra intimidad. Tan solo las empleaba para estudiarlas por la noche en su pensión y mejorar su conocimiento del idioma. Y eso le parecía inocente y perfectamente correcto.

Una tarde en mi casa estuvo explicándonos escritura ideográfica y contándonos detalles de su vida en Japón, como por ejemplo que a pesar de coger un tren bala todos los días de ida y vuelta a la universidad, en su casa a la hora de comer su madre y hermanas esperaban de pie mientras su padre, él y su hermano comían sentados en el tatami. Una vez que los varones habían acabado, entonces se sentaban y comían las mujeres. Eso le valió otra buena reprimenda de Fernando, pues Takao que en breve sería un licenciado en Filología y llevaba dos años viviendo aquí en un contexto social de igualdad entre hombres y mujeres, afirmaba con convicción que él iba a hacer lo mismo en el futuro.

Aquella tarde descubrimos también, entre otras curiosidades, que los japoneses dan mucha importancia al significado antiguo de los nombres de pila. El suyo, Takao, según parece significaba "esposo obediente, marido feliz".

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