Opinión

La Catedral más fea

El diario The Huffington Post hizo hace tiempo una encuesta muy divertida preguntándole al personal cuál era la catedral más fea de España.

Por supuesto la ganadora fue la que todos pensábamos, La Almudena. Un ingenioso y simpático usuario incluso tuiteó irónicamente: “Es tan fea que hasta Dios pasa de largo por allí”.

En las catedrales más bonitas también coincidimos todos: Burgos, León, Santiago, Toledo, Salamanca, Mallorca, Sevilla... En fin, las de siempre.

Pero la encuesta fue divertida o a mí me lo pareció porque me permitió ver fotos de catedrales que no conocía. Por ejemplo la de Alicante, que más que una catedral (y pido perdón a los alicantinos) parece un chamizo. Y algunas otras más, también feas con ganas.

De una catedral esperamos tanto fieles, religiosos, simples turistas o visitantes que sea grandiosa, espectacular, que nos impresione por su monumentalidad y su belleza. Y eso no lo hace solo el tamaño, aunque el tamaño sea en ese caso importante como lo es en el sexo. Es famosa aquella frase de los constructores de la catedral de Sevilla que se dijeron: “Hagamos algo por lo que las generaciones futuras nos tomen por locos”. Y levantaron la catedral más grande del mundo.

Esto me hizo acordarme de una genial campaña publicitaria de los años ochenta de la revista “Pronto”. Era una campaña en revistas especializadas dirigida a directores creativos de publicidad y especialmente a planificadores de medios, los que se encargan en una agencia de publicidad de comprar los espacios (prensa, vallas, revistas, tv, radio) en los que se va a publicar y emitir la campaña.

El “Pronto” era la revista más pequeña de España, medía apenas quince centímetros, pero era el medio de mayor tirada del país con mucha diferencia respecto al segundo (creo recordar que el segundo entonces era el “Marca”). En aquella campaña, en revistas especializadas como dije, aparecía una portada del “Pronto” a tamaño real, diminuta en la página en blanco. Debajo la tirada, millones de ejemplares a la semana. Una locura. Y debajo en grande el ingenioso titular dirigido a los compradores de medios: “Lo importante no es el tamaño, sino que sea juguetona”. Una broma casi sexual.

La encuesta del Huffington Post me mostró catedrales que yo no había visto nunca, y muchas -que no son grandes- son igualmente preciosas. La belleza como apuntaba aquella campaña del “Pronto” no tiene nada que ver con el tamaño.

El acuerdo popular casi unánime sobre la fealdad de La Almudena, una catedral que conozco por dentro y por fuera, me hizo darme cuenta de porqué la gente piensa eso. Las bellísimas catedrales que cité como las de Burgos, Santiago, León, etc., son grandiosas en sí mismas, no necesariamente por su tamaño. Y nos transmiten eso. Nos transmiten esa locura de aquellos arquitectos sevillanos que quisieron ser como dioses y casi lo consiguen.

La Almudena no. La Almudena solo es pretenciosa y nada más. O sea, que es fea.

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