Opinión

La Galicia profunda

Yo nací en Ourense pero podría haber nacido en O Rosal, como mi hermano o mis padres. Nací en Ourense por casualidad. De niño mi vida transcurrió entre Ourense y los largos veranos y vacaciones en Tabagón, O Rosal y A Guardia que sumando días resultaba ser casi medio año, así que tuve lo mejor de los dos mundos.

La desafortunada frase “la Galicia profunda” de esa jueza de Marbella me ha recordado un libro que escribí en 2010. Unas memorias de infancia construidas con retratos literarios de familiares, amigos y gente de mi niñez. Se titula “Príncipes de Tabagón”. Me tomo la libertad de transcribir aquí un fragmento de la introducción, porque el segundo párrafo (el segundo) explica a la perfección qué es para mi la Galicia profunda.

“… esto sé: solo soy un hombre pequeño. Uno diminuto que desaparecerá como el polvo. No tengo hijos así que ni siquiera ellos me recordarán. Y tampoco tengo el talento de los sabios de la antigüedad, ni su inspiración. Siempre he aborrecido los libros de memorias que me parecen a veces presuntuosos y fatuos, pero aquí está este libro que ha salido así. Esta memoria si se la puede llamar de esa forma. Una mía, pequeña, personal, alejada de los grandes sucesos del mundo. Tal vez les entretenga a ustedes. Si así fuera con eso me bastaría. Si no, sirva como homenaje a los que aparecen en ella, los príncipes a los que alude el título. Pues esta no es mi memoria en verdad sino la de otros que me vivieron. Me he aupado en ellos para escribirla. Cuando los pienso desearía que todos fueran niños otra vez, y yo el bondadoso doctor Wilbur Larch del orfanato de St. Cloud, para decirles antes de apagar la luz tras la lectura de un capítulo de David Copperfield: Felices sueños, príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra.

Pero en mi imaginación Maine es Tabagón y Nueva Inglaterra el río Miño de mi infancia. Pues mientras fui un crío me sentí siempre al lado de los príncipes de estas páginas un pequeño rey yo también, coronado, cuyos dominios eran las inmensas y generosas riberas del río y los montes del Rosal junto a La Guardia desde Oia hasta las Eiras. Un reino maravilloso en el que mis súbditos fueron alguna vez, o eso he soñado, hermosas urracas vestidas de librea negra, blanca y azul, oscuros cuervos y mirlos juguetones como ardillas, ardillas, topos, lagartos armados de brillantes cotas de malla de colores como pequeños Capitán Trueno, hormigas, reyezuelos que pían furiosos en las altas ramas o chochines que se ocultan en los matorrales o entre el maíz como queriendo jugar al escondite con los hombres. Y también dulces tórtolas y torcaces, diminutos ratones de campo grises como una niebla, poderosos escarabajos armados para la guerra y lechuzas blanquísimas como ángeles ungidos en la noche. Ese es el sueño.”

He ahí la Galicia profunda en la que crecí.

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