Opinión

Madres por la libertad

La censura de libros y cuentos en las escuelas de Estados Unidos vuelve por sus fueros, ¿se había ido alguna vez?, fomentada ahora por un emergente grupo de gran influencia social que se llama “Madres por la libertad”. Y esas madres han conseguido que se prohíban ya un buen montón de libros infantiles en muchas escuelas de varios estados. Libros tan inocentes e ingenuos que nos harían llorar y que por cierto a los niños, no lo olvidemos, les hacen sonreír.

Que un grupo de señoras racistas y casi esclavistas que hubieran deseado todas estar casadas con Donald Trump se autodenominen “Madres por la libertad” es como lo que hacía Napoleón, el brutal verraco tirano y asesino de “Rebelión en la granja” de George Orwell, que se hacía llamar por sus vasallos, acólitos y esclavos “Protector de las ovejas”, “Amigo de los patitos”, “Amigo de los desheredados” y “Sol que deslumbra al cielo”. Eso mientras liquidaba a todo el mundo en el más puro estilo Hitler, Stalin, Mao o, más recientemente, Putin.

Sorprende en cualquier caso que precisamente en los Estados Unidos, un país que se precia de ser la cuna de la libertad y los derechos civiles surjan con tanta virulencia estos movimientos antisociales. Porque, entendámoslo bien, son antisociales, segregacionistas, negacionistas, represivos, y como el Napoleón de Orwell... inhumanos.

A propósito de humano o inhumano hay una historia famosa que aparece en varias novelas y libros, creo que incluso en uno de Curzio Malaparte, que viene a cuento aquí y ya he contado alguna otra vez. Es la de una familia judía en la Varsovia ocupada por los nazis, en la que un grupo de la Gestapo entra en su casa por la fuerza y empieza a saquearla, y a separar con violencia a los niños de sus padres para llevárselos a unos y a otros, con toda seguridad a campos de concentración. La madre se arroja a los pies del capitán alemán llorando y suplicando clemencia y que no se lleven a sus hijos. Entonces el capitán, por bromear ante sus soldados le dice: “De acuerdo, mujer. Verás, tengo un ojo de cristal, si descubres cuál es os dejaré en paz”. Y ella dice: “El izquierdo”. A lo que el nazi sorprendido replica: “Sí, ¿cómo lo has sabido?” Y la mujer contesta: “Porque parece humano”. 

Así que quizás el Napoleón de Orwell era más humano de lo que pensamos.

Esas “Madres por la libertad”, por supuesto blancas y probablemente evangélicas, me juego unas copas a que es así, están mucho más cerca del nazi que de la madre judía de esa historia.

¿Dónde habrá quedado aquello tan americano? ¿Cómo era, lo recuerdan ustedes? “Que esta nación vea renacer la libertad, y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, no desaparezca de la faz de la tierra.”

Es obvio que esas “Madres de la libertad” no tienen ni puta idea de qué es la libertad.

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