Opinión

Otra vez y otra vez

En los ochenta durante una semana en una Fotobienal de Vigo, yo era fotógrafo entonces, hice de “cicerone” porque me lo pidieron unos queridos amigos, de un fotógrafo americano importante del siglo XX, aunque no muy conocido salvo para expertos, que se llama Les Krims. Les Krims estaba invitado por mis amigos a aquella Fotobienal en la que él impartía unos talleres de fotografía. 

Así que cada mañana yo iba a buscarlo al hotel (Les Krims nunca había estado en España ni en Europa) y lo llevaba por ahí: Vigo, Pontevedra, las Cíes, Arcade a comer ostras, etc. Yo era un chaval y para mi, un aprendiz de fotógrafo, era un honor atenderlo a él, uno de los grandes. Nos hicimos amigos. Le cogí mucho cariño y también él a mi, creo.

De vuelta a los EEUU Les Krims me envió por mensajería una foto de las suyas de regalo, dedicada, enrollada en un tubo rígido. Una copia en color de 50x60 en su típico estilo barroco, exagerado y bastante “kitsch” americano. 

Por supuesto me sentí muy honrado y le contesté agradeciéndoselo. Pero la foto no me gustó, así que la guardé en plano en una carpeta entre dos papeles vegetales con PH neutro, y ahí se quedó casi para siempre. Esa foto viajó de trastero en trastero durante años y mudanzas de Vigo a Madrid, de Madrid a Coruña, de Coruña a Vigo, y de Vigo a Vigo.

Mucho tiempo después curioseando internet un día descubrí que una copia de esas series de Les Krims de ese tamaño se cotizaba a unos cuatro mil dólares. Inmediatamente subí al trastero, recuperé la foto y la mandé enmarcar convenientemente. Hoy y desde hace años está colgada en mi estudio.

Se preguntarán ustedes porqué les cuento esta tontería personal, privada. Pues porque Les Krims vive en Buffalo (New York). Y el tiroteo de ese asesino supremacista blanco en Buffalo que se cargó a diez personas negras me hizo acordarme de Buffalo y de Les Krims.

Y también me hizo acordarme de una foto suya muy celebrada de aquellos años. Y muy irónica. Una en la que aparecen tres o cuatro chicas guapas, en bolas (Les Krims solía utilizar como modelos a alumnas suyas de la escuela Kodak donde daba clases), posando contra un fondo abigarradamente decorado con cientos y cientos de pequeños motivos muy americanos: Mickey Mouses, Patos Donald, hamburguesas, banderas, escudos de clubs de béisbol o de universidades, globos de colores, helados, cochazos, etc. Y enmarcando a las sonrientes chicas desnudas una gran pancarta que decía más o menos así: “¿Cuál es el sueño americano? Un millón de negros nadando de vuelta a África cada uno con un judío debajo del brazo.”

¡Qué revelador Les Krims ya en los ochenta! 

Supremacistas blancos otra vez. ¡Ay Dios!, ¿es que no nos libraremos de ellos?

Nota: Este artículo ya estaba escrito antes de la siguiente y más reciente masacre de Texas. ¡Oootra vez!

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