Opinión

Plagios, copias y autocopias

Hace poco volví a ver la fabulosa “La Caída de los Dioses” de Luchino Visconti. En varios momentos de la película, pero especialmente en esa escena tremenda y famosa en la que Mark (un joven y guapísimo Helmut Berger) después de meterse un pico de morfina se desnuda y seduce sexualmente a su madre Sofía (Ingrid Thulin), para acostarse con ella y humillarla porque la odia y quiere vengarse de ella, me di cuenta de que la melodía de fondo era la misma que el tema principal de “Doctor Zhivago”.

O sea que Maurice Jarre se copió a sí mismo.

Los compositores de música para películas se copian mucho a sí mismos. De hecho recuerdo leer un par de entrevistas con el difunto Ennio Morricone en las que él mismo reconocía haber repetido melodías y músicas en partituras de distintas películas. Lo explicaba, no necesitaba justificarlo por supuesto, diciendo que si una melodía estaba bien para una escena y también para otra escena de otra película ¿por qué no volver a usarla? Como un tema secundario claro, porque cada película tiene su tema principal. 

Aparte de eso, Ennio Morricone en esas entrevistas aclaraba que siempre había hecho eso, por supuesto, con la aprobación y complicidad del director. Eso por no hablar aquí de John Williams, el mayor experto en copiarse (maravillosa y admirablemente eso sí) a sí mismo. De hecho en 2020 les dieron el Princesa de Asturias de las Artes compartido a los dos juntos, Ennio y John.

Pero viendo esa película y al darme cuenta de la repetición del tema musical de Doctor Zhivago aunque a un volumen bajito ya que no es el tema principal de “La Caída de los Dioses”, pensé que ahí había algo divertido. Si la melodía la hubiera copiado otro compositor se consideraría plagio, pero al ser del mismo Maurice Jarre ya no puede considerarse así. Si nos copia otro es un plagio, pero si nos copiamos a nosotros mismos, no.

Yo me copio mucho a mí mismo, es un defecto que tengo que además es un defecto típico de escritores. Y en general es algo propio de todas las profesiones artísticas o creativas, creo. Pensemos en Picasso o en Dalí, por ejemplo, dos monstruos fabulosos de la autocopia.

Los políticos también son expertos de primera en copiarse a sí mismos. Por eso para empezar siempre se visten igual y siempre dicen lo mismo, repitiéndolo una y otra vez. Quizá piensan que si no hicieran eso sus electores y seguidores no los reconocerían. No sé, pero eso me suena bastante lógico. Un tipo que hoy aparece vestido de amarillo, mañana de azul, y al día siguiente a cuadros escoceses no parece de fiar.

La diferencia entre las autocopias de Jarre, Morricone u otros es que ellos están copiando a un maestro y lo que copian es una maravilla. En cambio los políticos por lo general autocopian insistentemente a un patán ignorante y sin gracia.

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