Opinión

Por dar la lata

Hemos perdido la capacidad de distinguir y discernir entre cosas distintas que tienen muy distinta importancia y valor

La polémica suscitada en nuestros patios por la decisión de la casa real de enviar a Leonor a cursar el bachillerato internacional en un prestigioso colegio de Gales me resultó absurda desde el primer minuto.

La entiendo porque es una polémica alimentada por antimonárquicos, unos señores a los que les daría lo mismo que el rey se gaste millones de dólares en un barco de lujo, o que se compre una bolsa de patatas fritas por cincuenta céntimos en el Mercadona. Ellos siempre van a estar en contra: si viene del rey sea lo que sea, como soy antimonárquico estoy en contra. Ya.

Pero analicemos el asunto. El colegio parece ser va a costar setenta mil euros por dos años. Ya que lo dijeron así vamos a creérnoslo, no tenemos otra información. O sea treinta y cinco mil al año. O sea unos dos mil novecientos al mes (mucho menos que el sueldo de cualquier diputado). O sea unos setecientos a la semana. O sea unos cien al día. 

Teniendo en cuenta que eso, suponemos, incluye educación, idiomas, deportes, alojamiento, alimentación, asistencia médica, etc., la verdad es que para ser la hija del rey de España y futura reina, o del rey o presidente de la república de cualquier país del mundo no parece mucho. A mí hasta me parece comedido.

Por supuesto que para la mayoría, yo incluido, eso son palabras mayores como comprarse un yate o un maserati, pero repito: su padre es el rey de un país, la mayor autoridad del Estado. Así que cien euros al día viviendo en Gales en un colegio de lujo, casi me parece una minucia. No lo veo criticable.

Pero aquí en los últimos años se ha puesto de moda y se ha convertido en una costumbre o en un vicio horrible, poner a caer de un burro al que no te gusta, haga lo que haga. Si tu enemigo comete un asesinato, lo pones a caer de un burro; si se compra un chicle Bazooka y se pone a masticarlo en un banco del parque sin hacer daño a nadie, lo pones a caer de un burro igual. Es tu enemigo. Da lo mismo lo que haga, siempre hay que atacarlo. Craso error. Es obvio que los que hacen eso no han leído bien "El arte de la guerra" de Sun Tzú.

Pero esto es tremendo porque revela que hemos perdido la capacidad de distinguir y discernir entre cosas distintas que tienen muy distinta importancia y valor. Se ve especialmente en nuestra clase política, y también en los medios de comunicación y las redes sociales.

Y atención, no quiero que nadie piense que estoy haciendo una defensa de la monarquía, ni de la infanta Leonor. Ni mucho menos, ¡lo que me faltaba! A mí me importa un rábano la monarquía, y me importa un rábano la república si es que llegara a volver algún día. 

Yo solo escribo por dar la lata.

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