Opinión

Putin en Kiev

En mi biblioteca entre otros objetos decorativos, apoyada en vertical delante de unos libros, tengo desde hace años una postal con una foto histórica que suele llamar mucho la atención a las visitas.

Se trata de la famosa foto que le hizo Heinrich Hoffmann a Hitler flanqueado por su arquitecto Albert Speer y por su escultor Arnold Breker, posando orgullosos los tres delante de la torre Eiffel con sus flamantes uniformes militares, como alegres y confiados turistas que simplemente se hacen un selfie. Pero esa foto es muy significativa.

No hay que olvidar que Hitler con la conquista de París soñaba también con un plan de renovación urbanística para la Ciudad de la Luz parecido al que tenía para Berlín, que fraguaban sus delirantes imaginaciones imperiales alimentadas por sus dos artistas de cabecera, Speer y Breker, y que incluían entre otras ideas fantásticas derribar la torre Eiffel ya que para Hitler era un ejemplo de “arte degenerado”.

Eso, lo de “arte degenerado”, no le impidió sin embargo al Führer hacerse esa foto, ya que precisamente esa foto reflejaba mucho mejor que otras que también se hizo durante la ocupación delante del Sacre Coeur, la Ópera Garnier y Notre Dame, que había conquistado París. La torre Eiffel, aquel “arte degenerado” era mucho más París que el Arco de Triunfo, la tumba de Napoleón o las Tullerías.

Como la foto está en un estante de mi biblioteca al principio del salón muy cerca de la puerta de casa, a la vista y la altura de los ojos, resulta muy visible y claro está muy llamativa por su tema. Supongo que incluso ocasionalmente alguna persona que no me conoce o algún fontanero o electricista que pasó por allí y por casualidad se fijó en ella hasta se habría ido de mi casa preguntándose si yo sería nazi. Seguro. El caso es que la mayoría de la gente, sobre todo amigos y conocidos suelen preguntar directamente ¿y esta foto, qué hace aquí? Y yo siempre contesto lo mismo: Está ahí para recordarme cada vez que salgo de casa que lo creamos o no, lo peor siempre puede ocurrir.

Pues bien, lo peor como era previsible ya ha ocurrido.

Por alguna o muchas razones y esto incluye hasta la película Casablanca, la toma de París por los nazis es un momento de la historia que al menos a los europeos y a gran parte de los ciudadanos de todo el planeta nos emociona con una intensidad fuera de lo común. Tal vez porque significa y vemos en ese hecho la caída de nosotros, de lo nuestro, de nuestros derechos, de nuestra vida, de nuestras libertades. La caída frente al monstruo. Ya saben: “Los nazis vestían de gris, tú de azul”.

Pues el monstruo ha llegado. Lo peor siempre puede ocurrir y el monstruo está en Kiev. Y como en la película Casablanca tan solo la resistencia, en este caso la ucraniana, le está cantando al monstruo La Marsellesa.

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