Opinión

Secuelas cinematográficas

Oye, ¿sabes que están rodando la secuela de “Anfibios asesinos”?

– Pues no, no tenía ni idea. ¿Cuándo la estrenan?

– No lo sé pero pronto, ya está en marcha en Hollywood, la están rodando y están acabándola.

– ¡Genial! ¿Y cómo se va a titular?

– Creo que “Anfibios asesinos 2”.

– ¡Jo, qué pasada! Estoy deseando verla.

– Y yo. Seguro que es tan mala como la anterior.

Bien. Como sabrán todos ustedes, es la noticia de la semana, Carles Puigdemont ha sido detenido en Italia, concretamente en Cerdeña, porque viajó hasta allí y ya no tiene aquella inmunidad parlamentaria que tenía y que Europa le retiró hace unos meses. Así que el “beatle” catalán (con todas mis disculpas a los “Beatles”) corre el riesgo de ser extraditado a España para ser juzgado por los tribunales españoles. Si fuera así tendríamos la increíble oportunidad de asistir como invitados de lujo al preestreno de una secuela fantástica: “Yo soy Carles 2”. Aunque no sé si tendrá los efectos especiales de la primera parte “Yo soy Carles”, no lo creo.

Las secuelas es lo malo que tienen, que casi siempre son peores que las primeras partes. No suelen salir bien. Hay excepciones por supuesto: “Terminator 2” es tan buena como el primer “Terminator”, pero eso no es lo usual. “El Padrino” no vale como ejemplo aquí porque es una única película, aunque dure nueve horas.

La razón por la que un director de cine acepta rodar una secuela de una buena película solo tiene una motivación económica. Únicamente a un imbécil o a un suicida se le ocurriría rodar una secuela de “Casablanca”, de “La ventana indiscreta”, de “Doce hombres sin piedad”, de “Titanic”, o de “Salvar al soldado Ryan”.

En el caso de Carles Puigdemont de todas formas la secuela promete, aunque no sé quién podría ser el director. En realidad creo que nadie querría ser el director de esa película. Supongo que hasta el ministro del interior, el de justicia y el presidente del Tribunal Supremo pensarán: “Mejor que se quede en Bruselas ese tipo, a pesar de su flequillo no es buen actor”. Lo que por cierto podría dar pie a otra buena secuela: “Bruxelles, mon amour”, o tal vez “Waterloo, la reconquista”.

Aunque pensándolo mejor, este asunto de Carles Puigdemont tal vez esté más relacionado con otra película magistral de la historia del cine, aquella escrita y dirigida por Jean-Luc Godard en 1960 y protagonizada por Jean-Paul Belmondo y Jean Seberg (¿se han fijado en que los/las tres se llaman Jean?) que se titulaba “Al final de la escapada”.

Confiemos en que el expresident catalán no acabe como Jean-Paul Belmondo en la última escena de aquella película, acribillado en plena calle mientras huye. Seguro que eso no ocurrirá, más que nada porque a) él no es tan atractivo como Jean-Paul Belmondo; b) no está enamorado de Jean Seberg: c) no está bajo la dirección de Jean-Luc Godard; y d) él nunca, nunca corre riesgos.

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