Opinión

Verde, que te quiero verde


Hace tiempo mi hermana en una comida familiar contó algo gracioso que yo ignoraba. Y es que si vas vestido de verde a una recepción con el rey de España, actualmente Felipe VI, eso parece ser que significa “Viva El Rey De España” (VERDE). 

Todo porque una amiga de mi hermana tuvo un encuentro con el rey y fue de verde, aunque ella misma no sabía que significara eso y se enteró después. O sea que la amiga de mi hermana que no sé si es monárquica o no, durante un día ingenuamente y sin pretenderlo fue monárquica por casualidad.

De paso mi hermana ligó el asunto con una famosa anécdota de la Italia ocupada por los nazis, anécdota que en este caso yo sí conocía. 

Durante la ocupación de Italia los alemanes estaban asombrados porque el país estaba lleno de pintadas en las paredes que ponían simplemente VERDI. Y se decían y pensaban “¡vaya!, nosotros los alemanes adoramos y sentimos veneración por nuestro compositor nacional, Wagner, pero esto de los italianos con Verdi nos supera, son aun más melómanos que nosotros”. Hasta que por fin un día descubrieron que la pintada significaba en realidad “Vittorio Enmanuelle Re De Italia” (VERDI).

Esta anécdota me encanta porque yo me llamo Víctor Manuel. Vale, esto es una bobada, perdonen. Sigo.

Ocultar algo, ocultar una cosa en otra u ocultar un mensaje cifrándolo de forma que parezca algo distinto es un clásico. Los primeros cristianos pintaban y grababan peces en las catacumbas porque el pez significaba el bautismo: en el agua renazco como Cristo, el pez. Un mensaje que solo podían entender los iniciados.

A veces cuando veo los graffittis que llenan nuestras calles y no me refiero a los espectaculares, preciosos y artísticos murales de Mon Devane por ejemplo y otros artistas urbanos fabulosos, sino a los sucios rasgos incomprensibles y mal hechos por gamberros que ensucian las paredes me pregunto si no será que yo no los entiendo, que no entiendo ese lenguaje como no entendían los romanos el pez. Como tampoco entendían los nazis VERDI.

Hace muchos años en un viaje a Lisboa hice una foto del Puente 25 de Abril. De la estructura, desde abajo, desde las “docas”. Es una foto en blanco y negro tan bonita que la tengo ampliada y enmarcada colgada en mi dormitorio. Estoy muy orgulloso de esa foto. 

  Cuando la hice no me di cuenta, pero al positivarla vi que había una mancha en una base de las gruesas y blancas columnas del puente. Así que la amplié para ver qué era. Era una pintada cutre y mal hecha rápidamente, quizá con prisa, que decía así: “Ja no largo Oceano navegabam/ as inquietas ondas apartando/ os ventos brandamente respiravam/ das nàus as velas côncavas inchando./ Camões.”

Y pensé, lo he dicho muchas veces y lo pienso siempre: benditos gamberros portugueses que ensucian las paredes con versos de Camões.

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