Opinión

BALANCE BURSÁTIL DE 2013

Para olvidar en muchos aspectos de las finanzas y, en general, de la economía, 2013 ha sido un año extraordinario desde el punto de vista bursátil. Así lo demuestra la revalorización anual acumulada por el IBEX-35, del 21,42%, y la amplitud del avance, medida por la cantidad de valores que han participado del mismo, con 32. Con todo, el éxito final no oculta la existencia de matices y la presencia indisimulada de un mínimo común denominador, sin cuyo concurso hubiera sido impensable tal desenlace.


En el terreno de los matices son dos los más destacados. Por un lado, la ausencia de alternativas sólidas y confiables de rentabilidad a lo largo de todo el año, lo que ha incrementado el apetito por el riesgo en un campo carente de puertas como es el de la renta variable. Y por otro, la heterogeneidad temporal del festín alcista, limitado durante el ejercicio a un número concreto de episodios, fundamentalmente localizados en el segundo semestre. Durante el primero, perdido en términos de rentabilidad, se mantuvo latente la tensión sistémica, con un riesgo cierto de ruptura del euro por cómo se 'resolvió' la crisis bancaria en Chipre, ya olvidada. Se mantuvo también latente la tensión política, con un pulso desigual entre las ligas de la austeridad y el crecimiento y elecciones legislativas, de resultado incierto, en Alemania e Italia, primera y tercera economía de la eurozona. Y se mantuvo, por último, también latente la tensión económica, con Europa sumida en recesión y sus empresas cotizadas corrigiendo (a la baja) resultados y redefiniendo (también a la baja) las políticas de reparto de dividendos.


Por lo que respecta al mínimo común denominador, destaca el papel desarrollado por los bancos centrales del hemisferio norte, verdaderos catalizadores del año en los mercados. Con medidas agresivas, y hasta ahora poco convencionales, de una política monetaria que ha terminado por denominarse 'de cantidades', han logrado sostener la confianza allí donde el dinero deambula y -quizá por eso- se pierde con más facilidad. La retirada gradual de estímulos cederá protagonismo a las líneas maestras de los planes de negocio, los diferentes saldos de las cuentas de resultados y la generosidad en el reparto de dividendos. Sólo entonces, cuando baje la marea, sabremos quién nadaba desnudo.

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