Opinión

El puerto del pacto

Fernando Pessoa fue uno de los mayores poetas y escritores en lengua portuguesa. Sin duda el más original e importante del siglo XX. Tuvo una vida discreta que desdobló -a través de su obra- en diversas personalidades. Durante el día se ganaba la vida como traductor, publicista y comerciante. Y por la noche escribía, valiéndose de la pluma, el estilo literario y los modos de diversos autores ficticios, provistos de personalidades completas y diferentes cosmovisiones. En su 'Livro do Desassossego', compendio de apuntes, aforismos y fragmentos del diario que dejó al morir, Pessoa llega a la conclusión de que “um barco parece ser um objecto cujo fim é navegar, mas o seu fim não é navegar, senão chegar a um porto”. Llamemos pacto al barco y crecer a navegar. Y descubriremos lo poco significativa que resulta la insistencia gubernamental por alcanzar un Pacto de Estado como solución previa a una crisis que -por otra parte- considera prácticamente superada.

La historia reciente invita al optimismo en lo relativo a la capacidad de la sociedad española para alcanzar acuerdos pragmáticos en momentos de dificultad. Los Pactos de la Moncloa constituyen, quizá, el mejor y más recurrente ejemplo. También el espejo en que todavía aspiran a mirarse algunos de los reunidos en el Palacio Muguiro de la madrileña calle Zurbano, donde todavía se debate un documento que: parte de un enfoque erróneo acerca de la gravedad del momento; carece de los cambios que exige una sociedad como la nuestra, obligada a reinventarse; y adolece de falta de iniciativas de envergadura que permitan alterar de manera sustancial el rumbo de la economía. El mercado laboral, los sistemas de protección social, financiero y educativo, el modelo energético o el marco competencial de las diferentes administraciones destacan por su ausencia. Y ocupan su lugar declaraciones retóricas que aspiran a cambiar el modelo productivo con sólo invocarlo y medidas de escasa trascendencia. Porque no requieren más consenso que la propia voluntad del Ejecutivo por aprobar hoy en Consejo de Ministros lo que podría impulsar a partir de mañana. Gran marco para un pequeño acuerdo, de ambición además limitada que -mucho me temo- no conduce a ningún puerto.

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