Opinión

Pizarro

No sé hasta qué punto son conscientes en el PP del daño que el señor Pizarro les hizo, y de como su debate con el disminuido (físicamente) Pedro Solbes influyó decisivamente en el electorado. Ninguno de los dos debates siguientes entre Zapatero y Rajoy, Rajoy y Zapatero, tuvieron el efecto demoledor de éste que, sin duda, se convirtió en el punto de inflexión en una campaña que, a causa de los malos datos económicos que empezaban a asomar la cabeza, había comenzado a ponérsele de cara al Partido Popular. De ahí el fichaje de esa estrella que terminó estrellada en el primer y único asalto; porque no hubo más.


¡Menudo fiasco! Cuando el resto de los argumentos de campaña -el terrorismo, la educación para la ciudadanía, la desintegración de España...- se diluyen ante el supuestamente eficacísimo tema del bolsillo de los españoles, el PP se saca su gran conejo de la chistera y lo coloca en el púlpito. Fue tan evidente, tan contundente la derrota, que escondieron al protagonista como uno más entre los demás y solo lo sacaron -¿Por qué?, ¿Para qué?- al balcón de Génova la noche fatídica. Es como si se pretendiera que el inconsciente colectivo tuviese enfrente, bien visible, otra referencia de culpabilidad. Pues bien, pasadas las elecciones, y una vez que la crisis económica nos muestra con toda su crudeza su rostro incuestionable -ya no lo cuestiona ni el mismísimo Solbes- el hombre que fue fichado para hacerle frente, el mago de la economía del PP, se queda solo como diputado ’raso’, que diría su compañero Zaplana.


Bien es cierto que se habló de él como opción para la portavocía del PP, pero evidentemente su candidatura no prosperó. Estaba en liza con la opción valenciana y ya se sabe que Rajoy tiró por la calle de en medio. También se dice que se le ofreció ser portavoz de economía del grupo parlamentario popular -y eso parecería mas ajustado a su vendido perfil-, pero, o no es cierto, o renunció al cargo, como afirman sus más allegados. En un caso o en otro... ¡qué mal! Cómo se puede pasar del infinito al cero en un periodo tan corto de tiempo. ¡Con lo que prometía! Sobre todo él de sí mismo. Así las cosas, no ha extrañado a nadie que Pizarro tome las de Villadiego y regrese a sus negocios, que de eso sabe y mucho. Porque es muy duro estar sentado en un escaño del Congreso, por cómodo que sea, sólo para votar de vez en cuando, y sintiendo que otras jugosas oportunidades te pasan por delante.


Un pletórico e inesperado Montoro volverá a liderar los asuntos económicos del grupo popular. ¿Con qué cara va a mirar ahora Pizarro a los ojos de las víctimas del terrorismo, por las que se supone que llegó a la política? ¡Qué historia!

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