Opinión

Una crisis de la leche

Aun mes de la eliminación de las cuotas en la producción de leche y de que el Gobierno impusiera a la industria el denominado “paquete lácteo” por el que se trataban de mejorar las condiciones de los productores en su relación con las empresas, el sector de la leche atraviesa una de las situaciones más complejas de los últimos años. Los ganaderos se han encontrado en el medio de la guerra entre el Ministerio de Agricultura y las industrias de la leche y son quienes, a la postre, están soportando esos enfrentamientos con precios a la baja y, en algunos casos, con el temor que supone que algunos grupos hayan eliminado rutas de recogida alegando la existencia de elevados excedentes. Actualmente es una situación que afecta a los ganaderos de leche de vaca, pero que, en medios agrarios, no se descarta que los industriales la puedan trasladar en los mismos términos a la leche de oveja y especialmente a la de cabra cuyas cotizaciones se hallan en una línea de caída, lo que está obligando en la zona centro y en el sur su transformación en leche en polvo.

En medios ganaderos no se duda de que se trata de un pulso de los industriales a la Administración agraria para que Agricultura ceda en algunas de sus exigencias a las empresas a un mes de unas elecciones ante el problema que supondría que, en algunas zonas, los ganaderos tiraran la leche en las cunetas por falta de un comprador. Así lo entiende el responsable ganadero de la UPA Román Santalla, así como desde las Cooperativas Agroalimentarias desde donde se acusa a las industrias de estar provocando un problema solo en defensa de sus intereses.

Con toda la mejor voluntad del mundo, para apoyar a los ganaderos de leche, desde el primer momento, con los industriales en contra, el Ministerio de Agricultura puso en marcha desde el pasado mes de marzo una serie de disposiciones por las que se pretendía una mejor regulación en las relaciones entre ganaderos e industriales con el fin de dar a los productores una mayor seguridad. En este objetivo, entre las exigencias más importantes, se obligaba a la firma de contratos con una duración mínima de un año; que antes de dos meses de la finalización del mismo ya se hubiera presentado oferta de uno nuevo; la prohibición a que un mismo ganadero hiciera varios contratos con una misma empresa; que no se pudiera entregar leche sin contrato y precio fijo o variable en función de diferentes índices; la posibilidad de un margen de un 10% de tolerancia sobre la leche contratada o la exigencia de diferentes mecanismos administrativos para el control de los contratos.

El contenido de estas disposiciones fue rechazado por la Federación de Industrias de la Leche desde donde se ha planteado la presentación de un recurso para eliminar del mismo los aspectos referidos a una serie de exigencias administrativas. Como paso previo a la presentación de ese recurso, las industrias expusieron sus propuestas en el seno de la organización interprofesional para recabar apoyo a su iniciativa. Los ganaderos, aunque tampoco están de acuerdo con el contenido total de la nueva normativa, mostraron su rechazo a la introducción de todos los cambios defendidos fundamentalmente por los grupos franceses en el seno de la Federación de Industrias comandadas por Lactalis (Puleva,Lauki,Forlasa, Flor de Esgueva etcétera), donde tienen una posición de dominio.

Frente a las pretensiones de la Administración de que ese paquete lácteo sirviera para dar seguridad y apoyar los intereses de los ganaderos, su aplicación se ha vuelto en contra del sector por la posición de dominio de las empresas y sobre todo por sus temores a la imposición de unos precios de oferta por parte de que los grandes grupos de la distribución. Las empresas no se podían arriesgar a pagar precios altos en el campo ante la inseguridad de las políticas de precios de venta especialmente de la leche líquida. De esta forma, lo que se planteaba desde Agricultura como una fórmula para mejorar la posición de los ganaderos, se ha convertido en una propuesta negativa, también ante la falta en el sector de unas estructuras organizativas capaces de negociar en pie de igualdad con las industrias. Es el problema de casi todos los sectores. El resultado ha sido la existencia hoy de unos precios medios a la baja que, en el caso de las zonas productoras más importantes, no llegan a los 0,30 euros litro.

A esta situación de bajos precios y, también en contra de los intereses del sector, se ha sumado la decisión en las últimas semanas de varios grupos de abandonar algunas rutas de recogida de leche en la zona norte y, sobre todo, la creación de un clima de exceso de oferta, de la existencia de excedentes cuya recogida solamente se haría, casi por caridad, al precio de intervención de 0,22 euros litro, algo que no tiene ninguna justificación objetiva, sino que sería el resultado de un pulso de las empresas a la Administración, con los ganaderos como rehenes.

Las industrias, en tiempos de cuotas de producción bajas impuesta por Bruselas, denunciaban la imposibilidad de crecer y hacer grandes grupos por la falta de leche suficiente. Tener más leche cerca era una de sus principales demandas y en ello entraba la llamada leche negra que durante años invadió el sector. Por ese motivo, sorprende que ahora algunos grupos argumenten que sobra leche cuando prácticamente se han parado las importaciones francesas y solo llegan algunas partidas procedentes de Portugal. Por otra parte, según los datos oficiales, el aumento de la producción en los últimos meses sería solamente de un 4% sobre las cantidades de la campaña anterior frente a más del 7% de incremento que suponía la oferta el pasado otoño, sin que en aquellas fechas se denunciara la existencia de excedentes.

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