Opinión

Fin de las cuotas lácteas

El próximo uno de abril, tal como estaba previsto, finalizará la aplicación del sistema de cuotas lácteas que ha estado vigente en la Unión Europea desde 1984. Con este cambio se abre un nuevo periodo, tanto para los ganaderos, que tendrán libertad para producir sin temor a una multa, como para los industriales que podrán disponer de un volumen superior de materia prima cercana a sus plantas y la posibilidad de crecer y buscar nuevos mercados. Se trata de un nuevo escenario que, a medio plazo, puede ser muy positivo para la producción y para las propias industrias, pero que inicialmente plantea muchos interrogantes ante las repercusiones que ese proceso puede provocar fundamentalmente sobre el comportamiento de los precios en unos mercados globalizados.

El Ministerio de Agricultura ha puesto en marcha de una serie de actuaciones encaminadas a dar una cierta estabilidad a los mercados desde el seguimiento puntual de los datos sobre precios y producciones, a la firma de los contras anuales por parte de las industrias y a evitar precios de oferta por debajo de coste por parte de la gran distribución, aunque, al final, el protagonismo lo deberán asumir fundamentalmente ganaderos e industriales.

Las cuotas lácteas se instalaron en la Unión Europea en 1984 como una medida de la Comisión para frenar los excedentes de los países del norte que suponían una sangría para los fondos comunitarios. España, con su incorporación a la actual Unión Europeas en 1986, llegó ya con todo cocinado. Los países del norte habían decidido que España debía ser un mercado-vertedero para sus excedentes y asignaron una cuota de producción total de solo 5,4 millones de toneladas de las que 4.750.00 era para entregas a las industrias frente a una demanda muy superior. Hoy, España tiene una cuota de producción de solo 6,5 millones de toneladas frente a una demanda global de casi nueve millones de toneladas, mientras Alemania dispone de una cuota de producción de 30 millones, Francia de 26, Reino Unido de 15,7 o Italia de 10 millones de toneladas. Leche para dar y tomar, para desarrollar su industria y para invadir mercados como el español a bajos precios.

El sistema de cuotas ha supuesto para el sector ganadero una barrera a sus posibilidades de producción en estas tres décadas, lo que provocó en algunos momentos el desarrollo de un mercado negro de leche para evitar el pago de penalizaciones. El sector ganadero se vio forzada a un ajuste de estructuras, con cierres de explotaciones y un fuerte proceso de modernización, inversiones y mejora de las cabañas para llegar a las aproximadamente 20.000 explotaciones que se mantiene en la actualidad frente a las más de 100.000 de los noventa .Las cuotas han sido un elemento que ha bloqueado la producción de leche. En los últimos años, la producción entregada a las industrias ha ido creciendo a medida que se ha ido incrementando la cuota pasando de 5,8 millones de toneladas en la campaña de 2007 a los 6,53 millones de toneladas que se entregarán esta campaña, mientras en el mismo periodo la cuota pasaba de 6,05 a 6,5 millones de toneladas.

Para la industria láctea, la no disponibilidad de más leche en su entorno se ha traducido en la imposibilidad de crecer frente a la expansión de los grandes grupos lácteos comunitarios. Basta señalar que un solo gran grupo lácteo en otros países comunitario tiene una cuota igual a toda la asignada a España. La seguridad de poder disponer de más leche es un factor que ya está empujando a las industrias a realizar inversiones, diversificar la oferta y pensar en aumentar sus mercados vía productos derivados de mayor valor añadido

¿Qué puede suponer la eliminación de las cuotas?

En principio, desde la perspectiva de los mercados, la supresión de las cuotas significa desmontar casi el último mecanismo que sobrevivía para la regulación de los mercados y que se mantenía tras el desmantelamiento de otras medidas en la última década. Salvo la posibilidad de intervención limitada en volumen y precios en mantequilla y leche en polvo a bajos precios, posible almacenamiento y la actuación, solo en casos de graves crisis, la leche es un producto donde manda la oferta y la demanda.

Ante la anunciada eliminación de las cuotas, en los últimos años se han hecho multitud de informes sobre el impacto. Los análisis comunitarios contemplan la posibilidad de que la demanda mundial de los productos lácteos experimente un crecimiento anual del 2%. Bruselas tiene grandes esperanzas en los mercados exteriores para exportar pero, a la vez, hay posibilidad de que aumenten las importaciones. En el marco comunitario se contempla la posibilidad de un incremento de medio de la producción 5%, que sería del 10% en los países del norte y muy inferior en los países del sur de la Unión Europea. En todo caso, se estima que un desajuste entre la oferta y la demanda en el mercado interior del 1% podía suponer una caída de los precios entre el 4% y el 5%.

El comportamiento de las producciones y de los precios en toda la UE afectará de forma muy importante a las explotaciones en función de sus posibilidades para competir y aguantar en ese nuevo escenario. Existe el riesgo de que muchas deban cerrar, que abandonen o que la producción se pueda concentrar en las zonas con unas condiciones naturales más favorables. La estructura de las explotaciones y los costes alimenticios van a ser un factor clave, tanto para las grandes como para las pequeñas. No es cuestión de tamaño sino, más bien, de modelo productivo donde las cabañas más ligadas a la tierra tienen ventaja para seguir en la actividad.

Junto a la viabilidad de las explotaciones, en el futuro jugará un papel muy importante la capacidad de los ganaderos para organizarse a la hora de defender sus precios ante las industrias. Agricultura apoya esta posibilidad vía el paquete lácteo donde se obliga a las empresas a contratos con una duración mínima de un año. Sobre el papel, contratos a un año dan estabilidad. Sin embargo, si esa estabilidad se hace sobre unos precios bajos que imponen las industrias para curarse en salud, por mucho que estén indexados a otros índices en caso de subidas, se trata de un proceso negativo para el ganadero. Al margen de todo ello, a la postre, la salida estará en función de la organización del sector para tener una posición de igualdad en su relación con las industrias.

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