Opinión

Medio rural, territorio de segunda

La reforma de la Política Agrícola Común, junto a los más de 35.000 millones de euros asignados como ayudas vía los pagos directos acoplados o desacoplados a la producción hasta 2020, contempla para España la entrega de otros 8.300 millones de euros en actuaciones para el desarrollo rural, tanto para lograr una producción agraria más competitiva como para conseguir unas estructuras más potentes de cara al aprovisionamiento de los medios de producción; una oferta más organizada a la hora de la comercialización de sus productos y, en conjunto, un medio rural más atractivo, con una mayor diversificación de actividades donde, los habitantes de ese medio, tengan también la posibilidad de disponer, no solo de unos servicios similares al resto de la población, sino con unos niveles de rentas parecidos.

La constatación de que ese medio rural se halla en este momento en una posición de inferioridad sobre el resto de la sociedad urbana o semiurbana, se escenifica en el conjunto de datos que contiene el análisis por el que el propio Ministerio de Agricultura justifica la elaboración del Programa Nacional de Desarrollo Rural, dotado con unos 420 millones de euros. Esa misma situación jutifica los Planes de Desarrollo Rural que deben poner en marcha, en paralelo, el conjunto de las comunidades autónomas. La otra política agraria que deben poner en marcha los gobiernos regionales en función de cada situación y siempre sin romper las reglas de un mercado único. 

La importancia y la fotografía social y económica del medio rural que se pretende mejorar, se puede resumir con diferentes parámetros. ¿Qué es el medio rural y cuáles son sus circunstancias?

De entrada, el medio rural supone nada menos que el 29,4% de todo el territorio nacional cifrado en 506.000 millones de kilómetros cuadrados, a los que se suman otros 50,7% que se consideran como zonas intermedias, frente a solo el 19,9% de zonas netamente urbanas. Ese mapa presenta uno de los principales problemas a los que se deben buscar salidas, el despoblamiento. Sobre una población de 47 millones de habitantes, solamente un 7,9% viven en el medio rural, un 33,5% en zonas intermedias y un 59,1% en zonas urbanas. Ello supone que, mientras la densidad de población se sitúan en 93,2 habitantes por kilómetro cuadrado en zonas urbanas, en el medio rural esa densidad baje a solamente a 23,4 habitantes por kilometro, lo que pone en evidencia el grave problema de la huida del medio rural de la población que, en muchas zonas se halla muy por debajo de esa cifras por falta de alternativas o posibilidades para disfrutas de una vida digna, con los mínimos servicios de los que disfrutan las poblaciones urbanas o semi urbanas.

Además de un medio rural en proceso de despoblamiento especialmente en ambas mesetas, Aragón, Galicia y otras provincias de la Cornisa, un segundo problema al que se enfrenta el medio rural son los datos manejados por la Administración agraria sobre el proceso de envejecimiento de sus habitantes, a pesar de las prácticas de relevo generacional de las que hablaba Agricultura y su plan para la incorporación de los jóvenes a la actividad agraria.

Con datos de 2013, en el conjunto del país, las personas con edades por debajo de los 15 años suponen el 15,2%; las comprendidas entre los 15 y los 64 años el 67,1 y las mayores de 64 años el 17,7%.Sin embargo, en el medio rural, las personas con edades inferiores a los 15 años suponían, en el mismo periodo el 13,3%, las comprendidas entre los 15 y los 64años el 64,5% , mientras las que tenían más de 64 años suponían el 22%, casi cinco puntos más que en el conjunto del país.

Otro dato significativo que marca diferencias entre el medio rural y el resto, es el nivel de empleo en función de la edad de sus trabajadores. En el conjunto del país, la tasa de empleo entre los 15 y los 64 años supone el 54,8% y en el medio rural baja al 51,4%.En el medio rural y especialmente en la actividad agraria, hay un número muy superior de personas trabajando más allá de los 64 años, bien por falta de relevo en la explotación o simplemente para mantener la actividad como complemento a su bajas pensiones.

El índice de pobreza en el conjunto del país lo situaban los datos oficiales en 2013 en un 27,3%, porcentaje que se elevaba al 34,7% en el medio rural.

En términos simplemente de productividad y de aportación a la economía nacional en el Valor Añadido Bruto de una forma directa, sin tener en cuenta su contribución fundamental al mantenimiento del territorio, las cifras son bajas. Sobre un total de 933. 000 millones de euros, el sector primario aporta solamente el 2,6% y el 6,6%el conjunto del medio rural, frente al 72,1% que supone el sector de los servicios con el 6,3%del sector secundario. Esa misma situación la reflejan los cuadros sobre los niveles de empleo. Sobre un volumen, según datos de 2013 de 17,3 millones de personas, solo un 4% correspondían a la actividad primaria y, en conjunto sólo 7% se ubican en las zonas rurales frente al 77% del sector terciario. En la actualidad, con las nuevas tecnologías en materia de comunicación, algunos grandes grupos han optado por ubicar sus centros en zonas rurales o intermedias, mientras no han funcionado los planes de diversificación de la actividad en ese medio que se planteaban desde la Administración popular. Al campo, con las pocas excepciones de los neo rurales que llegaron desde de fuera o de las personas que ya se hallaban en la explotación familiar, no se incorpora nadie.

En esa situación, probablemente ha tenido mucho que ver la estructura de las propias explotaciones, aunque los datos oficiales no concuerden mucho con la realidad donde el tamaño real de las mismas bajo una sola mano, es muy superior. Oficialmente, de las 989.000 explotaciones de las que se habla estadísticamente en el país, 270.000 tendrían menos de dos hectáreas y otras 232.000 se hallarían entre las dos y las 4,9 hectáreas, 142.00 entre las 5 y las 9,9 hectáreas y 111.000 entre las 10 y las 19,9 hectáreas. Con estas dimensiones de las explotaciones sería imposible lograr una mínima viabilidad a la actividad agraria, por lo que se trata de unos datos muy poco fiables. Las estimaciones al margen de la estadística oficial y de la casi 900.000 peticiones del FEGA manejadas por el sector, hablan de solamente unos 300.000 activos con explotaciones reales mucho mejor redimensionadas, sobre todo en las superficies de secano y de en los cultivos herbáceos.

En cuanto a la productividad laboral, frente a una cifra total media de 54.091 euros, en el sector terciario esa cifra se eleva a casi 75.000 euros, mientras en el medio rural ese volumen se sitúa en solo 48.000 euros y en 34.000 euros si nos centramos solamente en el sector primario o la actividad agraria.

Finalmente, como datos negativos y aspectos a mejorar, destacan los escasos fondos que se destinan para investigación e innovación en la actividad agraria y los bajos niveles de formación en política de gestión para dirigir las explotaciones.

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