Opinión

El porcino repite crisis

Con una diferencia de menos de un año, el sector del porcino ha debido acudir nuevamente al almacenamiento de carne con ayudas comunitarias con el fin de tratar de superar la caída de los precios provocada por la competencia y la menor demanda de los mercados exteriores y muy especialmente de China, junto al incremento de la producción. Frente a las retincencias de un primer momento, Bruselas aceptó finalmente las peticiones de varios países comunitarios para poner en marcha esa política de almacenamiento para unos periodos de 90, 120 y de 150 días y donde en la primera semana España ocupaba el primer lugar con más de 10.000 toneladas. En función del comportamiento de los mercados, la Comisión decidirá la duración del periodo de almacenamiento que, en principio, tiene como dato positivo un incremento de las ayudas en un 20% en relación con el pasado año.

El porcino, con una producción en el último ejercicio ya de 3,7 millones de toneladas por valor de unos 6.000 millones de euros frente a los 2,5 millones de toneladas de finales de los años ochenta, constituye una de las joyas de la corona de las actividades ganadera. En las últimas décadas, el sector ha protagonizado un fuerte proceso de reconversión del modelo productivo pasando de más de 150.00 a unas 86.000 explotaciones, con un claro aumento de las grandes explotaciones y los procesos de integración de algunos grandes grupos marcados por la eficiencia, desde la producción a la comercialización en todos los mercados. Ello ha permitido al sector, no solo mantener sino aumentar los censos hasta los 26 millones de cabezas y elevar los niveles de sacrificio anuales hasta superar los 43 millones de unidades.

El sector del porcino, como el resto de los sectores ganaderos, nunca estuvo ajeno al desarrollo de crisis cíclicas que se repetían cada varios años. Hoy, consecuencia de un fuerte aumento de la oferta y, sobre todo por el retraimiento de la demanda exterior y los cierres de mercados como el ruso, esas crisis, no solo se repiten con más cercanía en el tiempo, sino que además se prolongan más de lo que lo hacían en el pasado.

La exportación, donde se coloca el 45% de la producción con unas 1,6 millones de toneladas, ha constituido y se mantiene como uno de los ejes y de los secretos a voces para el crecimiento del sector, a pesar de todas las dificultades por razones de supuesta seguridad alimentaria o por razones políticas que se han desarrollado en estos años. Una de las primeras piedras en esa dinámica del sector se producía ya en 2009 cuando las autoridades rusas cerraban inicialmente sus fronteras al porcino español alegando una serie de razones ficticias sobre seguridad alimentaria. Eso ya obligó al sector a buscar nuevos mercados en la propia Unión Europea en competencia con los grandes productores históricos del porcino como Alemania, Dinamarca u Holanda, y, sobre todo en terceros países. El segundo golpe a la actividad del sector se produjo en el año 2014 cuando las autoridades rusas, en respuesta a las represalias comunitarias por cuestiones política, decidieron cerrar sus fronteras a las exportaciones comunitarias de porcino junto a otros países como Canadá o Estados Unidos lo que se tradujo en un ataco de producciones de porcino en un mismo mercado a las que se debían busca otras salidas en terceros países. Todo ello se tradujo en una mayor competencia en los mercados exteriores y la necesidad de exportar vía precios bajos con el fin de sostener el nivel de producción sin cerrar granjas y manteniendo la rentabilidad. Los países asiáticos se convirtieron en la principal y casi única salida en terceros países para el sector, situación hoy teñida con ciertos nubarrones ante la reducción de la demanda de grandes compradores como China y la posibilidad de que Japón, mercado interesante por su volumen y, sobre todo, por los precios pagados, sea igualmente un mercado en retroceso al formar parte del acuerdo Estados Unidos, Asia y Pacífico donde habrá una reducción de aranceles entre sus operaciones comerciales y la posibilidad de que ese mercado caiga solamente en manos de norteamericanos o canadienses.

De las exportaciones españolas de porcino, el grueso de las ventas, aproximadamente un millón de toneladas corresponde al resto de los países comunitarias muy especialmente a Francia donde, en los últimos meses, ganaderos de ese país destrozaban cargamentos de carne ante su dificultad para competir en calidad y precios con el sector español. Otros países grandes compradores del porcino español son Italia y Portugal. El resto, esos 0,6 millones de toneladas, parte de las cuales se comercializaban en Rusia, pasaron a venderse en varios países asiáticos, especialmente en China, tanto de carnes como de subproductos de todo tipo.

La actual crisis del sector comunitario viene determinada por un incremento de la producción en todos los países, así como por el recorte de mercados en el exterior por razones de estrategia política, como es el caso de Rusia, o la crisis de la demanda en otros terceros países. A esas razones habría que añadir la respuesta tardía y escasa de las autoridades comunitarias para hacer frente a un problema que no ha provocado el sector, sino que responde a otros intereses políticos.

El pasado años, las medidas de almacenamiento privado se pusieron en marcha con los precios del porcino en algo menos de un euro, para remontar ligeramente en una primera fase hasta 1,20 euros kilo y llegar en su mejor momento a 1,40 euros. Esa situación de bonanza se quebró con el segundo semestre del año para iniciar un proceso de caída hasta situarse la cotización a menso de un euro en los últimos meses de 2015, en medo de la indiferencia de Bruselas. El inicio de las medidas de almacenamiento se ha producido con los precios del porcino a 0,95 euros kilo frente a unos costes de producción de entre 1,12 y 1,15 euros kilo. Esta situación de crisis únicamente se ha amortiguado por la existencia de unos precios de los cereales a la baja que han supuesto rebajar los costes desde los 1,30 euros kilo.

En España, la producción de porcino ha mantenido en los últimos años un crecimiento sostenido en el entorno del 7% hasta los 3,7 millones de toneladas. En medios del sector se espera que esta crisis sea breve y que la misma no afecte gravemente a las explotaciones, que no haya cierres en un momento cuando ya se habían superado los esfuerzos inversores derivados de las exigencias de bienestar animal, y que se mantengan los niveles de producción de la última campaña.

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