Opinión

Retos agrarios para 2018

Las negociaciones para la próxima reforma de la Política Agrícola Común, el equilibrio en los intereses de la cadena alimentaria, el relevo generacional y en mantenimiento del medio rural, la correcta cobertura de los riesgos en el campo, el uso eficiente del  agua y el coste de la energía, constituyen algunas de las cuestiones más  importantes que estarán sobe la mesa  en este  nuevo año y cuya respuestas serán claves para  el sector.

Con la sequía que no  se acaba de despedir  de la península, el sector agrario se enfrenta a los riesgos derivados de la  falta de agua para   las siembras  en secanos  y por el riesgo de falta de recursos suficientes en  el futuro para  las superficies de regadío. Un año malo de sequía supone un problema  grave para cualquier explotación a la vista de cómo están los costes  en medios de producción, aunque oficialmente diga la Administración que han bajado los fertilizantes. Pero, dos años seguidos  constituirían un grave problema que dejaría fuera de juego a docenas  de miles de explotaciones ya en riesgo de abandono y  provocaría el rechazo a nuevas incorporaciones. La  falta de agua en el último año, ha tenido quizás como único dato positivo, el que por fin se haya abierto un debate sobre  su uso y eficiencia, sobre la viabilidad de cultivos donde el coste real de un agua escasa superaría el precio del producto o  sobre   la posibilidad de que, en función de  esas disponibilidades y el cambio climático, se produzca una  fuerte deslocalización de producciones.

La PAC, cuyos  fondos como ayudas directas son claves para  la rentabilidad  de algunas producciones, va a constituir, sin duda, uno de los  ejes de la actualidad agraria  una vez  se hayan conocido las  disponibilidades  presupuestarias en el primer semestre del año. Hasta la fecha, las sensaciones no son  positivas  a la vista de la posibilidad de un recorte de fondos si no hay aportaciones más elevadas  por los países  miembros por encima de ese  1% de su Producto Interior Bruto que pagan en la actualidad. Bruselas, en un primer documento-sondeo de orientación, se ha cuidado en  no  tener una posición clara en cuestiones tan claves como la cofinanciación y la posibilidad de dar más competencias  cada país, lo que supondría  el inicio de fin de la PAC. España tiene una posición muy clara en contra de  una cofinanciación estatal y  reclama  la aportación de más fondos, aunque para ello  el gobierno español debería comenzar por practicarlo en su misma casa.

Este 2018 debería ser, además, el año  cuando se pusiera  por fin orden en la cadena alimentaria.    Agricultura hace bien su trabajo para el control de los plazos de pago y la existencia de contratos. Sin embargo, desde  otros   departamentos  económicos y  en las propias comunidades autónomas, no se ejercen  adecuadamente  sus competencias en materia  de  lucha contra  las ofertas  abusivas de precios bajos y contra la venta a pérdidas que repercute en menos precios en el campo, además de  desprestigiar productos  de calidad. El Congreso de los Diputados, en base a  una Proposición no de Ley, envió un aviso al gobierno para  que  elabore  una nueva disposición por la que se luche para erradicar la venta a pérdidas en contra de las posiciones de los  hombres de Economía para quienes se trata de una práctica  que beneficia a los consumidores,  sin tener en cuenta sus efectos negativos en la industria alimentaria y  el sector agrario.    

Para el campo  es  muy importante rebajar el coste de la energía,   especialmente  para los cultivos de riego,  donde su peso  llega a suponer  hasta un 40% el coste de producción. Las eléctricas pudieron en su día  con   la demandas  de Rodríguez Zapatero como presidente del gobierno y parece  no han  rebajado su poder.
El sector agrario  es  históricamente una actividad sometida a los máximos riesgos climatológicos. En este momento, con el cambio climático, esos riesgos se han  incrementado, razón por  la cual, disponer  de unos  buenos seguros donde  las ofertas de cobertura y  el precio de las primas respondan a las demandas y posibilidades de los asegurados debe ser algo prioritario. España fue pionera en el seguro agrario hace  39 años  y se mantiene como referencia en el seno comunitario. Pero, en los últimos años, la reducción de las ayudas públicas para  rebajar el coste de las primas  de casi 300 a 211 millones en Agricultura y de 120 a 40 millones por las comunidades autónomas, este año elevados a 80, supone un riesgo para la actividad aseguradora.

Entrando en sectores y producciones concretas, el sector teme que  los programas de saneamiento ganadero  de las comunidades autónomas, sigan siendo  programas de desmantelamientos  ganaderos, que se expanda  la  Xylella y que destruya los cultivos leñosos, que  la eliminación de las cuotas y  los altos costes del agua y de la energía  acaben cerrando las explotaciones de remolacha, que la leche  siga sin levantar cabeza a pesar de la mejora habida  en 2017.  

El Ministerio de Agricultura se ha tomado medio en serio el problema del relevo generacional, en este  momento apoyado por ese 2% de los   fondos comunitarios de la PAC y con ese techo  de los 70.000 euros de ayuda por solicitud. Entre los años 2007y 2013  el número de incorporaciones fue  de 13.113 con  ayudas por un montante de 386 millones de euros  y para el periodo de 2014 a 2020  el presupuesto es de  724 millones para  incorporar hasta 20.000  jóvenes.

Sin embargo, la realidad es que, a la hora de las  incorporaciones, hay  una letra pequeña que no coincide  con ese interés oficiala por el relevo generacional, provocando duras críticas desde el sector  sobre  retrasos en  los pagos  y  por el hecho, entre otras cosas, que las ayudas sean consideradas  por Economía como subvenciones corrientes que obligan al joven a pagar el IRPF correspondiente en el momento de la concesión y antes de cobrar los fondos. Igualmente, no se entiende que se habla de apoyo y que luego  se aplique un peaje del 20% a la hora de adquirir derechos de pago. Agricultura tiene en marcha el llamado “ Paquete Joven” con 40 medidas encaminadas a mejorar las actuales y a  incorporar otras nuevas.

El fracaso  hasta la fecha en el relevo  generacional se concreta en  el hecho de que, con datos de 2016, de  los 750.000 peticionarios de ayudas directas  de la PAC, el  38,78% tiene más de  65 años que solo  el 0,55% tiene menos de 25 años y un 8,17% se halla entre los 25 y los 40 años,  por lo que, los considerados oficialmente jóvenes no llegan al 9%.

En apoyo al sector agrario, pero también en beneficio de toda la sociedad, en 2018  el gobierno y las comunidades autónomas  se deberían tomar más en serio el despoblamiento  rural para evitar que el 80% del territorio sea mañana un camposanto del que lamentarse, solo  generador de fotos para la melancolía. Es obvio que, en  determinadas  zonas,  cientos de  pequeños núcleos urbanos con media docena de  vecinos, tienen cortado el futuro. Pero, hay  otros cientos de pueblos viables, que  corren el mismo camino, si para  esos territorios no se articulan medidas de apoyo económicas claras, fiscales, que disfrutan hoy otros territorios como Canarias, ayudas al  empleo, etc  para la implantación de industrias alimentarias o de servicios para fijar población.

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