Opinión

Angeles de Bird y palomas mensajeras

Trae Gill Bird, hasta las salas del Centro Cultural, una amplia muestra artística: pintura y dibujo, collage y también escultura. La artista del País de Gales (Gran Bretaña), asentada entre nosotros desde hace casi cuatro décadas en la Casa Grande de Soutullo (Concello de Coles), expone de nuevo, lo que es una buena noticia. Mas nada que ver, apenas, con la de 1998 en el Pub Studio 34. La pintora gustaba entonces del 'dibujo ultrarrealista', con el que captaba la belleza femenina en el ballet, y mujeres en pose, realzando sus volúmenes en claroscuros desde la monocromía de sus lápices. Así participó en la colectiva Mulleres Pintoras Ourensás, del Mº Municipal, tras la de su Cardiff natal, en 1977 en el Chapter Arts Centre, que había sido su primera experiencia. Con ‘Encetando ilusións’, en Celanova, inicia su caminar en solitario, al la que sigue el Barco de Valdeorras, concluyendo esta breve fase en 2000 en Allariz y Xinzo da Limia. Había llegado con la licenciatura en Bellas Artes por la Universidad de Manchester, además de la de inglés, ocupación ésta que se convirtió en la prioritaria, más allá de la familia y casa. Es ahora cuando, en la madurez, ha retomado la actividad plástica con ‘Ángeles’, agradeciendo a quienes la han ayudado. En Star (1 et 2) explica Bird su intención, a modo de secuencia, en una mirada reflexiva de las ilusiones femeninas, de niña a mujer, desde la imagen. En otras, se inspira en las mujeres prostituidas para el turismo sexual en el Sankt Pauli de Amsterdam. Su decir plástico desborda el lienzo hasta el paspartú en cajas que cierran finos alambres en la superficie, como denuncia, recortándolo en siluetas que pega, aunque prevalezca lo decorativo. En ‘Ángel lejano’, portada del tríptico, una niña y su gato Shiva en un sofá, las plumas en collage se transmutan en pintura. Obras amables breves como un tweet, son la nueva Gill Bird, que hace su reentré con esculturas polícromas de su exposición permanente en Soutullo. 



Muestra de la Sociedade Miño 

Del arte de Bird a los ‘byrd mails’, aves que, palomas generalmente, llevaban mensajes, y también hoy, aunque menos, el servicio nacional de Correos, con sellos. En el Aula de Cultura del Liceo se exponen esta primera quincena de San Martiño ejemplos del coleccionismo de aquella Sociedad, fundada hace cincuenta años. 

El patrimonio cultural viaja en sus imágenes, exposición que preside una elaborada composición artesanal alusiva de Florencio de Arboiro en metal y pizarra. La extensa exposición montada en vitrinas y stands por la 'Sociedad filatélica, vitolfílica e numismática Miño' para conmemorar su L Aniversario se acompañó de la presentación de sellos dedicados a Ben-Cho-Shey y a San Martiño de Moreiras (Pereiro de Aguiar). En el catálogo, con diseño y realización de María Elisa Abad, su alma mater, un artículo de Isaac Alonso loa al polígrafo galleguista y Emilio Díaz hace un estudio de aquella parroquia. Los numerosos ‘saludas’ que lo abren son piezas vintage en la que el protocolo era la esencia.

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