Opinión

Flora, Valente, Ruibal y Eloy Lozano

De paseo primaveral hacia el arte, de mano de la poesía. Es el tiempo de Flora que con su fuerza muda el color de las orillas del río y los parques de la ciudad. Advertir el regalo de la primavera es vida. Los árboles renuevan sus verdes, y la vida su impulso secular. Es por ello el tiempo propicio para los juegos florales, como los que se vienen celebrando en las Franciscanas, que el año pasado celebraban su edición XXXIX. Unos juegos que son seña de identidad del colegio Divina Pastora, y cuya alma máter e impulsora, Doña Ángela Pérez, supo infundir desde sus clases de literatura, contagiando un estilo de elegancia y armonía alrededor de la poesía. Desde la belleza temporal de las alumnas a la intelectual de las letras. En su memoria el recuerdo en que D. Xaquín Lorenzo le contagiaba el amor a la literatura, las lecciones de D. Ramón Otero Pedrayo en la Facultad de Letras en Santiago, pero también en el Castro mil, en el que en ocasiones coincidieron. Con José Ángel Valente de compañero en el colegio en Santo Domingo en tiempos de Sor Sabina, quien a veces les pedía que enseñaran la tabla a los compañeros.


Caminando hasta Ruibal, para ver sus poemas colgados en forma de animales que en su movimiento fecundaron al artista, quien los detiene un instante en su quehacer, extrayendo desde los perfiles su esencia, que completa con el color. Sobre papel, con tinta china, y témpera, nutrias o gatos, aves -muchas aves y perros-. Apuntes de la acción animal, sombra o sugerencia de su paso, síntesis reciente de un artista atento a la esencia, que se expresa en clave de poesía.


Es la suya una mirada sensible a la luz (cuando nació el dibujo/se concibió la lejanía/se midió la distancia) y al color. Silenciosos signos de aves, en vuelo, o peces nadando, la emoción de la forma en la psique. El pontevedrés Manuel Ruibal, de honda trayectoria iniciada en 1967 nos trae su obra liviana nacida a la par de sus piedras en campos de estrellas, bocetos de cúpulas soleadas/aroma a tierra mojada.


Eloy Lozano. En plaza Paz Nóvoa y calle Juan XXIII, sus espacios básicos. Praia Lenta films en el buzón. Publicista de singular etiqueta de la Ribeira Sacra en Amandi de Sober, pionero de la mencía monovarietal. El Off, festival independiente: Ourense centro del mundo del cine alternativo. En su inicio sumó colaboraciones, haciendo equipo desde el voluntarismo, entre los amantes del cine, vehículo de enseñanza, para la cultura. El compartir desde los dones: como cicerone artístico, guío alguna de las visitas para gentes de la imagen por O Ribeiro, Cea y Oseira, con comida en el Ventura. Arte y gastronomía: la tierra. Esta también en O carro e o home, joya de película etnográfica que restauró, con guión de Xaquín Lorenzo, que hemos visto hace unos años en un curso de Antropología que dirigió el profesor Fidalgo en el Ateneo. Lozano, intentó pintar, inquietudes artísticas que dio cauce con la Galería Esse, calle Calpurnia Ebana, escalera a las Burgas, y Colonia (Alemania), con su hermano Ángel, con el que compartió la aventura en los primeros noventa. Agustí Puig, Barcelonés de Sabadell, o la ferrolana Pamen Pereira, entre otros, en Ourense, con el lucense Antonio Murado, al que llevó allá al igual que el alaricano Xurxo Oro. Ediciones singulares numeradas de dibujos de prometedores artistas, y Méndez Ferrín al fondo. Estos días se puede ver en flocos.tv su original apuesta por cuatro artistas, todos con afán de notoriedad, documental de 1986 (como Pestana y Leiro, además de Enrique Velasco y Manolo Paz). Tiene 17 minutos y 56 segundos, metáfora de una posición estética de una vida, la suya, desaparecida con 56 años de joven madurez.



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