Opinión

Ritchie y Seidel

Las fotografías de arte que Mark Ritchie hace para el Centro Galego de Arte Contemporáneo (Santiago) y las más descriptivas para el Festival de música Pórtico do Paraíso, nos han permitido apreciar su mirada distinta. Es, desde la discreción, expresividad natural. Sin forzar la pose, su manera de ver tiene un algo de magia, sea en Lobeira, tras las huellas de las plumillas de Xurxo Lorenzo, o en sus trabajos para la editorial orensana Eurisaces, de Chandrexa de Queixa. Así en el escapare publicitario de Betel, entre nosotros, o el retrato de Ramón Loureiro para ’La asombrosa conquista de la isla ballena’. Se esponja en los espacios del anonimato, que diría Marc Augé, de la ciudad, o en esos otros de naturaleza silenciosa, en los que la gente no está: en aquellos porque no hay, mas en estos es... porque se fueron ya, y documenta su ausencia. En ambos, silencio. En 2010 los mostró en el Centro cultural en ‘Lo que permanece’. Llega ahora al Cercano para presentar sus escaleras, que ya anticipó el pasado año en Patricia Joga & Comunicación Visual, con ‘Arriba y Abajo/Up & Down’. Era entonces un entresuelo, ahora a nivel de calle...

Ritchie es un fotógrafo australiano de Sydney, que está desde 1992 en Europa. Tras pasar por Alemania, dónde vivió, vino a Ourense, con su esposa gallega, afincándose en nuestra ciudad, desde hace lustros. Con sus fotografías en blanco y negro sobre el tema de la escalera expresa su tributo al humilde escalón, que nos ayuda a cambiar de nivel espacial y que puede ser una buena metáfora identitaria de la vida. Buceó para ello en sus archivos, y positivó negativos que jamás habían sido impresos. Reúne así obras desde 1987 hasta ahora, estas últimas concebidas a fin de cerrar una muestra que crece. Entonces colocó en la pared un texto a modo de manifiesto, en el que señalaba cómo las escaleras 'nos llevan a algún lugar…a algún lado, hacia algún cambio'. Una acción sutil, que Mark quiere que valoremos 'como una reacción a lo que está pasando delante de mi puerta'. Porque con Paul Strand, estela en la que se sitúa Ritchie, pues ama como él la fotografía directa, nos invita a una percepción sutil, desde la consciencia del ser. Así, confiesa 'Sé que nunca voy a mirar un escalón de la misma manera'.



Acuarelas de Seidel en Allariz

Señalábamos a comienzos de año la aparición del firmamento Seidel, musa alemana del sketchcrawl en Galicia, tras asentarse en Amoeiro con su esposo ourensano, al que conoció en la atlántica Cádiz. Desde entonces en el Centro Cultural, que glosamos, su decir plástico se abre en la Risco de Allariz a la expresión monocroma de la tinta, a las que añade obras más pequeñas con figuras y sombras en el espacio. El tiempo dirá si son caminos o divertimentos. Lo suyo son veduttas de plazas y calles con gente, de alargadas formas y pies ligeros, donde lo previsible, desde la línea, es la guía. Son, en fin, ambas, dos miradas artísticas, impregnadas de lo nuestro.

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