Opinión

"Antes era esencial, ahora soy peligrosa"

El compañero del periódico que se presta a sabanear la actualidad antes de llenar el folio de cada día sugiere que echa de menos las historias en al abrevadero del chófer de anécdotas. “Aunque si siempre pides el café para llevar y por ahí comes sentado en un cruceiro en vez de un restaurante, habrá que esperar un tiempo hasta que termine la pandemia o se te pase el miedito”. Sabe como aguijonear el amor propio. Ya en la calle, con el decidido propósito de husmear hasta el retrete para saber cómo se las gasta el personal en el garito más petado, a unos metros de casa apareció una colega que continúa sin vacunarse. La arriesgada misión queda desbaratada. El bar será otro día.

“A veces la columna te llega sin necesidad de buscarla. Se trata de una de los 4,6 millones de españoles a los que las comunidades autónomas, siguiendo el ejemplo de otros países europeos, pretenden hacer cambiar de opinión con la zanahoria del pasaporte covid para poder participar del ocio nocturno. Esta medida ya se aplica en Galicia (también para acompañar a un familiar al hospital), Cataluña (también en banquetes), Baleares y Murcia, y está en fase de estudio en País Vasco, Comunidad Valenciana, Navarra y Castilla y León.

Ella no es negacionista del virus ni cuestiona la protección de la vacuna en la mayoría de los casos, pero sigue sin estirar el brazo para recibir el pinchazo. “Yo he tomado la decisión tras pensarlo mucho. He recibido todas las vacunas, he vacunado a mi hijo con las que le correspondían, pero tengo medicación y prefiero seguir esperando”. Por el tono de voz aguarda un reproche que no llega y le sorprende. “Intento no pensar en esto, pero a veces me siento discriminada y me da miedo la reacción de los compañeros de trabajo y de la sociedad si llegan a conocer una decisión médica que tendría que ser privada. Escucho que en Austria confinan a los no vacunados y flipo, no sé si lo siguiente será marcarnos. Yo antes era esencial, ahora soy peligrosa”. Le tocó trabajar durante los meses de confinamiento duro, compartió espacio con contagiados y evitó el covid. “Es que me cuido mucho”. Según el último Barómetro del CIS, un 46,2% de los españoles cree que “habría que obligar a todo el mundo a vacunarse”. Otros prefieren cuidarse a su suerte.

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