Opinión

Aquí Madrid

Para alguien que nació en Vimianzo, llave de la Costa da Morte, se crió en el coruñés barrio de Monte Alto, cursó la carrera en Salamanca y residió en Vigo, Oporto, Madrid, Ourense y León, el sentimiento de pertenencia a una tierra es generoso como el cariño recibido en lugares tan dispares. Y a la vez se puede criticar un centralismo administrativo que ha contribuido a vaciar una parte del Estado y querer a Madrid por los madrileños. 

Vivir Madrid es orgásmico mientras el corazón late desbocado, vivir en Madrid resulta una puñeta cuando el pulso se serena o llega el momento de criar a un churumbel. Un empresario catalán –otro pueblo que no anda sobrado de cariño desde que la aspiración independentista de una parte se escenificó en la calle– sostenía que las pasaba canutas para que los empleados aceptasen el traslado a la sede en la poza madrileña. Pero muchos de los que aceptaban el reto después no querían regresar cuando se les presentaba la oportunidad. Madrid seguía estando en la misma poza, pero los madrileños hacen que te sientas como en casa, quizá porque es un gran mosaico levantado con teselas llegadas de todas partes. 

Un colega coruñés que se dedica a la hostelería comentó durante el confinamiento que estaría más tranquilo si durante el verano no permitiesen entrar en Galicia a los madrileños. Ya en la primera fase de la desescalada, este chófer de anécdotas escuchó un comentario parecido durante un reportaje en una localidad turística como Puebla de Sanabria, con la paradoja de que un gran porcentaje de los taxistas o "pesetos", como les llaman en el foro, son sanabreses. La misma crítica fue verbalizada en la montaña leonesa hace unos días. Y a punto de que decaiga el estado de alarma, la turismofobia también se barrunta en algunas localidades costeras, también en las gallegas.

El turismo representaba antes de la pandemia más del 10% del PIB gallego y generaba el 11% del empleo. La cuenta es sencilla, o produces tornillos como los alemanes o sobrevives con los ahorros que se funde durante las vacaciones el que los fabrica. Y si alguien apoquina los impuestos por la segunda residencia es tan de aquí como la gente a la que hicieron sentir de allí. 

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