Opinión

Binario sin saberlo

La matraca sobre la facilidad para cambiar el sexo con un simple paseo hasta el Registro Civil tras la aprobación de la ley trans y LGTBI, en vigor desde el 2 de marzo, se fue consumiendo sin que las fanfarronadas del género masculino por los beneficios logrados en el baremo de las pruebas físicas en unas oposiciones, subvenciones o deducciones saltasen del petardeo en las redes sociales a la calle.

La rectificación de la mención registral no es automática ni se soluciona en un solo viaje.  La ley trans obliga a quien quiera modificar su género se vuelva a personar después de la primera solicitud en el plazo de tres meses para confirmar una decisión que puede cambiar en los seis siguientes, según escarbó “Newtral” en el texto. La Administración dispone de 30 días para emitir una resolución con la que después se podría proceder a solicitar el cambio de sexo en los documentos oficiales.

Suprimir los requisitos de haberse sometido a dos años de hormonación y contar con un diagnóstico médico, como imponía la ley de 2007, provocó la división en el movimiento feminista pero, más allá del análisis sosegado que necesita el tema, el personal no se abalanzó hacia las puertas del Registro Civil por distracción o para hacer la coña con el cambio de sexo en el DNI. Los que han acudido llevan años madurando el paso con esperanza.

El interés por una escandalera que parece de hace años por la efervescencia electoral, ya  que un jaleo tapa otro cuando todavía habrá peña esperando la llamada de reafirmación, reapareció durante una conversación con un abogado coruñés que ayer se dio cuenta de que llevaba ocho años apareciendo con la “F’ del género femenino en el DNI sin saberlo. Una jueza le pidió el carnet durante un trámite y se lo devolvió con retranca: “¿Desde cuándo es usted binario?”. El letrado se acercó a la Policía Nacional para corregir el error y consiguió cita urgente a pesar de que el agente en segunda actividad comprobó que en la base de datos aparece bien y el fallo se produjo al imprimir el cartón. “Me piden el DNI en el juzgado, cada vez que tengo que ir a la cárcel, cuando me para la Guardia Civil y nadie se dio cuenta, ni yo. Siempre me tocan estas panderetadas en vez de la lotería”. Quizá no se ha coscado.

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