Opinión

Un cachete a tiempo...

En la clase de este chófer de anécdotas los alumnos acostumbrábamos a llevar el pelo casi rapado al cero. No se trataba de una moda, sino de una medida de supervivencia. La maestra tenía la costumbre de enganchar al que se desmadraba por el pelo, un poco más arriba de la oreja, y no había guapo que no acabase humillado a la altura del zapato de la profe por un dolor insoportable. "Así no quedan marcas", se ufanaba la puñetera. Ni tampoco ganas de volver a liarla en clase. Aunque el peluquero se esforzaba en dejar las cabezas lisas como caninas, la maestra tenía una especial habilidad para encontrar el mechón correctivo.

En aquellos años se la teníamos jurada, pero con el paso del tiempo nos dimos cuenta de que gracias a esos tirones de pelo marca de una escuela unitaria algunos consiguieron o conseguimos caminar rectos por la vida. La Asociación Na- cional del Profesores Estatales (ANPE) en Galicia se mostró "preocupada" por los 32 expedientes disciplinarios registrados en Primaria el curso pasa- do. Ahora cualquier mocoso de menos de 12 años se cree con el derecho de hacer lo que le sale de un pie sin que nadie lo reprenda. Y en vez de un cachete que refuerce los deberes y acote los derechos, como nos hemos vuelto tan comedidos, al chaval se le abre un expediente con el riesgo de aguantar después a los padres enfurecidos porque creen la pataleta del hijo asilvestrado en vez de echar una mano al profesor que lo intenta educar. Los alumnos de ciudad son más atrevidos. Sucedió siempre así. En el pueblo los padres no se andan con gaitas y el chaval cobra dos veces. Los profesores son "autoridad pú- blica" con la nueva ley pero es- tán desesperados. Mañana le tocará a los padres.

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