Opinión

La competición colaborativa de la nueva sociedad: el skate

Un triatleta nada 1.500 metros, pedalea 40 kilómetros, corre diez “y además tiene que ser ordenado”, matizó la conviviente al escuchar la penalización de 15 segundos al estadounidense Pearson por dejar parte del material de nado fuera de su caja. El comentario encerraba cierto mosqueo porque las esperanzas españoles estaban compitiendo sin piernas de medalla. “¿Y a la organización no se le sanciona?”, cabeceó al recordar la repetición de la salida por una barca que obstaculizó a la mitad de los triatletas mientras los otros se desfondaban sin necesidad. Ganó Blummenfelt, noruego con cuerpo de leñador y un calzón que le confería aspecto de superhéroe bajo una malla traslúcida por el agua. La vomitona del campeón olímpico al cruzar la meta explica la dureza de una prueba en la que Mario Mola se quedó en diploma con la décima posición, Fernando Alarza fue duodécimo y Javier Gómez Noya vigésimo quinto. Blummenfelt había sido el más fuerte este año y demostró que los prejuicios no sirven en deporte.

 

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Momiji Nishiya, oro olímpico.

El skateboarding femenino apareció en pantalla como un pasatiempo antes de que comenzase un deporte de los serios y resultó imposible cerrar la pestaña. La granadina Andrea Benítez llegó el viernes por una baja por covid y quedará en la historia como la primera mujer que rueda subida en un monopatín en unos Juegos. Se fue sin final con una sonrisa. Esta disciplina fue aceptada para que los jóvenes se enganchen al negocio olímpico y atrapa al espectador. Realizan piruetas increíbles sin colchoneta que amortigüe las costaladas. Sorprende la voluntad para levantarse y volver a caer sin protecciones. Las menores de 16 años compiten con casco. Se abrazan, sonríen, se aconsejan, celebran un buen truco ajeno... El skate representa la competición colaborativa de una nueva sociedad. El podio sumó 42 años (13 la japonesa Momijo Nishiya, 13 la brasileña Rayssa Leal y 16 la nipona Funa Nakayama). Pero no es cosa de niños. La americana Alexis Sablone, arquitecta de 36 años, se quedó a las puertas del podio. No hubo representación africana. Otro dato para la sociología.

La madrugada resultaba perfecta, con Luka Doncic trizando a Argentina en la cancha de baloncesto para prender el sueño que aguantó porque David Valero firmó en mountain bike una remontada de oro cuando le gritaron “por tu hijo” hasta el bronce. Gloria olímpica en un julio de pandemia. 

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