Opinión

Copita navideña a la salud del Supremo

En la década de los 80 –como si fuese ayer aunque han pasado cuatro décadas– los empleados de banca eran vistos como currantes privilegiados. Cierto que se sentaban a la mesa a la hora de la comida más tarde que la mayoría de trabajadores por cuenta ajena, pero a partir de las tres se cerraba la caja y disponían de toda la tarde para dedicarse a sus menesteres. Su capacidad de influencia en los pueblos era similar a la del cura o a la de la maestra

No sólo había que pasar por ventanilla para realizar una transferencia o ingresar y retirar efectivo, sino que se les pedía fotocopias del DNI, de la partida de nacimiento y de otros documentos necesarios para realizar trámites como matricularse en la Universidad o contraer matrimonio. De los créditos era conveniente mantenerse alejado, sino quedaba otro remedio, por intereses de dos dígitos.

La oficina puede estar cerrada al público pero dentro hay peña dedicándose a la venta

Pobres padres y chavales que han costeado y sacado con esfuerzo una carrera como Ciencias Económicas y Empresariales para acabar ahora despachando en un banco. Desde que la banca es uno mismo por los cajeros automáticos y la aplicación del teléfono móvil, los graduados ejercen de teleoperadores para colarle a la clientela los productos que ofrece la entidad, desde un seguro de coche hasta el mismo móvil para que hagas tú las gestiones. Quedar liberado a las tres es cosa de otros tiempos, la oficina puede estar cerrada al público pero dentro hay peña dedicándose a la venta.

Una sucursal del BBVA en Galicia intentó modificar el hábito para imponer el horario habitual

“Los bancos te sacan hasta los mocos”, sostenía un agudo profesor de matemáticas. Y,  si pueden o les dejas, no perdonan ni céntimo al cliente ni un segundo a sus trabajadores. No es nada personal, se trata del negocio y de mantener beneficios. El cliente está acostumbrado desde hace varias décadas a acudir antes de las 12.30 a la oficina los días lectivos de Nochebuena y Nochevieja para hacer cualquier gestión. Una sucursal del BBVA en Galicia intentó modificar el hábito para imponer el horario habitual, la CIG llevó al asunto al Tribunal Superior de Xustiza de Galicia, que le dio la razón, la entidad recurrió al Supremo y éste falló a favor de mantener la costumbre navideña. Los empleados de la entidad podrán pirarse a casa a las 12.30 o brindar con sus compañeros de oficina. A la salud del Supremo.

Te puede interesar