Opinión

Coren da el callo en comandancia

Los callos de Coren arrasaron en la toma de posesión de Miguel Ángel González como nuevo general de brigada jefe de la Zona de Galicia de la Guardia Civil. Que un buen puñado de alcaldes lucenses se desplazasen hasta la Comandancia de A Coruña para acompañar a la persona que durante nueve años estuvo al mando de la provincia de Lugo en el estreno en su nuevo destino resume la hoja de servicios de un hijo y nieto del cuerpo, como se ocupó de destacar María Gámez, directora general de la Guardia Civil. Galicia está en buenas manos, según se desprende de un discurso en el que remarcó que los agentes “son sinónimo de seguridad” en una tierra que presenta una tasa de criminalidad “hasta 13 puntos por debajo de la media nacional”.

María Gámez se apoyó en Emilia Pardo Bazán y en Virginia Woolf para armar su alocución y se fotografió con todo el mundo que se lo solicitó. Las autoridades civiles y militares congregadas –faltó el presidente Alfonso Rueda y la representación de la Xunta la asumió el vicepresidente segundo Diego Calvo– valoraron que Miguel Ángel González emplease el gallego durante buena parte de una intervención en la que reafirmó el compromiso para atender a los más vulnerables, con mención expresa a las víctimas de la violencia de género, pero la comidilla principal, una vez disuelto el protocolo, fue el sabor de los callos de Coren, sobre todo para los cargos que viajaron desde Madrid.

La categoría de un acto en Galicia se mide por lo que se sirve después en la mesa. Las peroratas pueden estar a la altura del Nobel, pero el recuerdo que queda es el de la paparota. Coren alimentó a unas 500 personas con un delicioso plato caliente y sobró, según varios asistentes que reportaron pasadas las seis de la tarde el informe sin interés en el negocio ni raíces ourensanas. La hora a la que el  personal abandona un evento también da pistas sobre el resultado. La directora general de la Benemérita alucinó con la delicia servida por cinco personas uniformadas de Coren en unos platos adornados con el emblema de la Guardia Civil. Se trata sólo de unos callos. “Pero estaban riquísimos y los que vinieron de Madrid lo van largando por ahí”, zanja el que los probó.

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